Johana Ordóñez: “La cuarentena nos ha cogido muy ocupados”

Johana Ordóñez, de 32 años, ostenta el récord continental en 50 km marcha con 4h11m12s. Nació en Guayaquil, pero a los 14 años su familia se radicó en Cuenca. Hoy lamenta la situación que atraviesa la Perla del Pacífico y está en permanente contacto con sus primas. Por un momento hizo pausa a sus actividades y dialogó con Diario El Mercurio.

– ¿Cómo son sus entrenamientos en casa?
Tengo una máquina caminadora… También tengo un patio donde realizo actividades de fuerza, salto en la cuerda, flexiones en la barra…, tratamos de ingeniarnos un poco para tratar de mantener la forma…

– ¿Cómo asumió la postergación de los Juegos Olímpicos?
Soy muy creyente y creo que el tiempo de Dios es perfecto. Yo estaba en una encrucijada porque tenía que asistir al Mundial de Marcha en 50 km y tres semanas después tenía que ir a buscar mi cupo (olímpico) en La Coruña en 20 km. Era bien complicado, pero estábamos entrenando para eso… Ahora tenemos más tiempo, incluso si se da este año el Campeonato Mundial, me despediría con el último 50 km de la historia y después me dedicaría totalmente a los 20 km.

– Las distancias van a cambiar. ¿Por cuál se decidiría (10 o 30 km)?
De mi parte iría para los 30 km, soy más resistente que veloz. En 20 km me cuesta mucho la velocidad, los entrenamientos son bien rápidos y hay más ruptura de fibra muscular incluso. Creo que fue una de las razones por las que me lesioné (el isquiotibial derecho), estaba combinando entrenamientos de 20 y 50 km…

– ¿En qué aspectos considera que ha ido madurando?
En aprovechar las oportunidades, en valorar lo que tengo y sobre todo en ser perseverante… Los 14, 15 años es una época complicada para un deportista porque está en plena adolescencia. En el colegio las amigas le invitan a salir y el entrenador le obliga a entrenar, y uno a veces falla por tratar de experimentar nuevas cosas… En ese momento es difícil decir no, me voy a entrenar, o no, tengo que cuidarme porque mañana entreno pronto o la otra semana compito. Son esas pequeñas cosas que uno recuerda y ahora que estamos adultos decimos: hay que aprovechar lo que tenemos y hay que esforzarse porque es la única manera de alcanzar los sueños.

– ¿Cuál fue la mayor dificultad que venció?
La parte económica. Cuando retorné (a la marcha en noviembre de 2015), entrenaba y me iba a competir con ayuda de mi familia, de mi esposo… A partir del 2018 el apoyo de la Secretaría del Deporte me ha dado un respiro…, todo el dinero se va para la preparación, no ahorro nada.

– ¿Cuál sería el presupuesto ideal para que un deportista pueda entrenar tranquilo?
Si las competencias y campamentos son pagados por la organización deportiva de nuestro país, estimo que solo para entrenar, para la alimentación, la suplementación, la implementación sería acaso unos 2.000 dólares sin gastos de la casa ni remuneración del equipo multidisciplinario porque solo en fisioterapia, con tres masajes a la semana se gasta 60 dólares.

Johana tiene el apoyo adicional de cuatro empresas privadas: Banco del Pacífico, Setec Seguros, Ecuasanita y NeoLab. También está el respaldo de su esposo Henry Beltrán. “Es mi asistente, me cuida de los perros, me ayuda en los kilometrajes largos, está conmigo siempre”. Sus hijas Samantha, de nueve años, y Tiffany, de ocho, practican ballet y patinaje de velocidad, respectivamente. Se considera una ferviente defensora de los derechos de las mujeres y si bien se graduó como Ingeniera en Alimentos, nunca lo ejerció por dar prioridad al deporte y a la familia.

– ¿Cómo es su alimentación?
En vista que no podemos realizar mucho kilometraje en casa, tratamos de evitar mucho los carbohidratos…, tenemos que cuidarnos más con vegetales, proteínas, aumentar las ensaladas, los granos…, para mí es un reto, siempre he dicho que la gastronomía ecuatoriana es un pecado y a mí me cuesta tanto dejar muchas comidas nuestras…

– ¿Qué hacen para romper la rutina en casa?
A nosotros la cuarentena nos ha cogido muy ocupados… Yo les motivo a entrenar a mis nenas, pero como las clases continúan, nos tomamos dos a tres horas para resolver deberes, para explicarles algunas materias. Para ellas es complicado estar encerradas y no ver a sus amiguitas y peor que su maestra sea la mamá…
Pero hay que ver el lado positivo de la cuarentena. Cuando nosotros comíamos rápido no conversábamos, muy poco tiempo nos sentábamos a ver televisión o a hacer ejercicio juntos. Ahora tenemos tiempo para disfrutar en familia…
En la mañana nos ocupamos como si estuviéramos entrenando, mi suegra me ayuda con los almuerzos… Casi todas las tardes hacemos bailoterapia para que el entrenamiento no sea monótono… Vemos películas, la psicóloga (Anabel Barahona) nos mandó un texto que lo estamos leyendo “Ganar con la cabeza”…, y así se distribuye el tiempo con todo un poco. (BST)-(D)

Bolivar Sinchi

Licenciado en Ciencias de la Comunicación Social, en la Universidad de Cuenca. Cronista deportivo por más de una década. Creador de contenido multimedia.

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