¿Cómo es la cuarentena para el adulto mayor?

El coronavirus tiene a nuestros mayores a metros de la calle. Unos están en casa, al cuidado de sus hijos y nietos; otros comparten el encierro con hermanos o en pareja; no todos están acompañados. Hay unos que, pese a los años, viven del trabajo del día, pero hoy no pueden salir de casa.

Hay quienes alivian estos días de encierro en compañía de la familia, como César Muñoz (74) y María Banegas (83). Ellos viven con dos hijas y dos nietos, quienes han aprovechado las horas para enseñarles a jugar “Páreme la mano”, mientras él les presume cómo se hace bailar un trompo.

A César le ha costado más el encierro. Estaba acostumbrado a caminar mucho, pasear a su perro, ir a visitar a los amigos y a la familia. Mira pasar el tiempo con ansiedad de que estos días acaben pronto. Pero gracias a la compañía de sus hijas y nietos ha sobrellevado los días con buen ánimo.

María, por su edad y enfermedades, sí está acostumbrada a pasar más tiempo en casa. Un día, mientras cocinaba, se quemó un poco el brazo. Con la ayuda de un médico que los atendió por teléfono sus familiares le curaron. Ella ya volvió a la cocina, un espacio que disfruta, tanto como recibir a sus demás familiares los fines de semana, pero para eso deberá esperar. Por ahora se entretiene mirando películas y novelas en una computadora.

Leonardo Abad decidió autoaislarse. Él, su esposa y su hermana se quedan en una propiedad que está fuera de la ciudad. Ahí pasan los días amasando y horneando pan, arreglando la casa una y otra vez y buscando cualquier pasatiempo para entretener el encierro.

Su hijo se encarga de llevarles las provisiones que necesitan para estos días, que parecían no tan largos al principio. Aunque extrañen sus hogares y la rutina ha empezado a acompañarles, ahí se sienten seguros.

María Banegas acostumbra a mirar películas y telenovelas en la computadora.

> Soledad

Para los adultos mayores que viven solos, la situación se vuelve compleja, sobre todo cuando se trata de abastecerse de alimentos y medicinas. Es el caso de Rosa (78) y Lastenia (80), dos hermanas que viven solas. Ellas tienen hipertensión y toman medicamentos diarios.

Cuando empezó el aislamiento y las restricciones de movilidad, su familia se organizó para que no les falte lo necesario. Una nieta de la hermana mayor de Rosa y Lastenia salió a comprar los medicamentos para todo el mes. Ella vive con sus padres y abuela, los tres también superan los 65 años. Ahora está a cargo de que en las dos casas haya comida y productos básicos.

Rosa y Lastenia están aisladas también del mundo digital. Nunca han usado internet y tienen celular desde hace tres años. Pero eso les basta para comunicarse diariamente con sus familiares y sentirse acompañadas.

Ruth Cajamarca tiene 75 años, ella vive con su esposo Armando Quinde. A él le tocó hacerse cargo de las provisiones, sale una vez a la semana a comprar lo necesario. Ellos también cuidan a otra persona mayor. Sus familiares, aunque no viven con ellos, están pendientes de su bienestar.

Ruth y Armando hacen un poco de gimnasia todos los días. Juegan damas chinas o naipes, ven películas y preparan nuevas recetas. Todo lo necesario para mantenerse activos mientras esperan el día que puedan volver a salir a la calle sin temor.

> Enfermedades

Cuando hay enfermedades previas, como la hipertensión, el párkinson, la diabetes, la demencia senil, el alzheimer, por ejemplo, el cuidado se vuelve aún más difícil. Raquel Montesdeoca cumplió 83 años el 5 de marzo. Ella vive sola, pero un día antes del inicio del aislamiento fue a visitar a una de sus hijas y terminó quedándose con ella.

“Mi abuelita tiene depresión y Parkinson entonces es un horror para ella estar encerrada”, cuenta su nieta Adriana, con quien se comunica con frecuencia a través de WhatsApp y Zoom (la plataforma para videoconferencias). Para mantenerla activa, la hija de Raquel organiza bailoterapias y talleres de tejido.

El temor al contagio es más fuerte cuando las personas mayores tienen problemas médicos o edad avanzada. “Si entra el bicho (el virus), les lleva”, dice la nieta de unos abuelitos que no han tenido unos días muy buenos debido a este encierro.

Él tiene demencia senil y le cuesta entender que debe quedarse en casa, a veces incluso cree que su familia lo engaña. Cuidarlos se ha vuelto una labor que ocupa gran parte del día a toda la familia.

> Cifras de población vulnerable

Los adultos mayores son la población más vulnerable a la COVID-19, según las diferentes investigaciones en torno a esta enfermedad. De acuerdo con las proyecciones del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), este año en Ecuador hay alrededor de 1,3 millones de adultos mayores de 65 años. Según los últimos datos entregados por el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) el año pasado, el 57 % de los adultos mayores se encuentra en condición de pobreza y extrema pobreza. Además, 8 de cada 10 viven en zonas rurales pobres y cerca de un 253 % no sabe leer ni escribir. Otro dato importante es que el 44 % de los adultos mayores ha sido víctima de alguno de algún tipo de violencia: abandono, despojo del patrimonio y maltrato. En temas de salud, un 13,1 % tiene algún tipo de discapacidad, un 72 % no tiene acceso a la seguridad social.

> Recomendaciones claves

-Comuníquese con frecuencia: En la medida de lo posible, mantener la conexión vía teléfono, mensajes, videollamadas o redes sociales.

Conozca qué medicamentos toma y los horarios. Intente que tenga un suministro suficiente para al menos un mes.

Monitorear otros suministros médicos (oxígeno, artículos para la incontinencia, diálisis, suministros para curar heridas) necesarios para crear un plan de respaldo.

Mantenga una reserva de alimentos no perecederos (comidas enlatadas, legumbres secas, pasta) para tener a mano en casa y no tener que salir de compras tan seguido.

Si cuida a un ser querido en un asilo, monitoree la situación y hable con los administradores del establecimiento o su personal por teléfono. Consulte con frecuencia acerca de la salud de los demás residentes y conozca el protocolo en caso de un brote.

Ayúdelos a mantenerse activos, promoviendo ejercicios y actividades que los ayuden a distraerse, principalmente las manuales: pintura, cocina, plastilina, juegos mentales.

Promueva su participación en la rutina diaria familiar. Facilítele la participación en espacios espirituales según sus creencias. (JBA)-(I)

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