Alcantarillado, agua potable, seguridad y ayuda económica preocupan más a los habitantes de los sectores populares de Guayaquil que el temido COVID-19, pese a los altos índices de contagio en la ciudad considerada la Wuhan de Ecuador.
Con 71,2 por ciento de los positivos del país en la provincia de Guayas, de la que Guayaquil es su capital, los habitantes de los suburbios del sur de la urbe parecen desafiar a la pandemia cuando sus necesidades más básicas son otras.
AMENAZAS MAS IMPERIOSAS
Así, los vecinos del sector El Cisne, en el sur de la ciudad, aseguran tener amenazas mucho más inmediatas.
«No tenemos servicios básicos y necesitamos que rellenen aquí y saquen esas aguas negras que también afectan a la salud, más que ese virus», señaló a Efe Iberio Vivero, un residente del sector desde hace 22 años al indicar el maltrecho surco del río que colinda con su vecindario.
Desde la puerta de su casa de caña, ubicada a orillas del Estero Salado, un brazo del río Guayas que entra a Guayaquil, Vivero reivindica las consabidas necesidades de la barriada: alcantarillado, agua potable y seguridad.
Y suma ahora a su lista el apoyo económico para sobrellevar el parón laboral provocado por la paralización de la economía nacional.
Así se lo expresó a las autoridades locales que lo visitaron esta tarde acompañadas de doctores, a fin de identificar de manera precoz los casos de COVID-19 para tratar de bajar la curva de contagios en la ciudad.
La familia de Vivero fue una de las primeras 4.000 visitadas esta semana en el marco de un plan de Atención Integral por sectores.
Los galenos les preguntaron si tenían síntomas gripales o afecciones respiratorias, a lo que respondieron que no y recibieron de la Alcaldía una canasta con productos de primera necesidad, escena que se repitió en la sucesivas viviendas de este suburbio guayaquileño.
«Se les agradece la ayuda porque estamos sin dinero. Yo tengo 50 años soy albañil y ahora estoy sin trabajo», dice preocupado, antes de confesar que el no poder alimentar a sus cuatro hijos le quita el sueño más que el nuevo virus que, de acuerdo a las autoridades locales, afecta a gran parte del sector.
VISITA DE AUTORIDADES
La alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri, que visitó la zona, explicó al inicio de la jornada que los datos se basan «en el mapa georeferenciado de la autoridad sanitaria», y que en función de «los lugares con mayor cantidad de contagios empezamos».
El Cisne 2 está ubicada en la parroquia Febres Cordero, donde hasta el 10 de abril se habían reportaron 471 positivos y otros 558 bajo sospecha.
Con la regidora llegaron una decena de vehículos policiales, del Ejército y de efectivos de tránsito para tener «controlado» el sector.
Sin embargo, el gran convoy no intimidó a los lugareños que, haciendo caso omiso del toque de queda, salieron a recibirlos y se aglomeraron en los exteriores de sus viviendas, sin dar cabida al distanciamiento social recomendado para evitar la propagación del virus. Parecía una tarde normal.
Estos vecinos no se consideran más estoicos o inconscientes que el resto de la población, sino que creen que hay problemas acuciantes como la delincuencia o el consumo de drogas, según considera Eduardo Barrio, que vive en el sector desde hace 35 años.
«Nosotros sí respetamos las medidas, pero hay personas que consumen, que igual se van a la orilla y salen. En la noche esto es oscuro, no hay luminarias y los ladrones aprovechan», señala y pide mayor presencia policial y rondas por todo el sector.
Barrio vive con su esposa y desde hace una semana no pisan la calle ni para ir de compras, después de enterarse de que a unas cuadras de su domicilio han fallecido al menos una decena de vecinos.
«Son personas que también han estado enfermas de diabetes, entonces todo eso se complica», acota.
Sobreviven con el poco dinero que pudieron enviarles sus hijos desde el exterior antes de la declaratoria de emergencia sanitaria a mediados de marzo.
PANDEMIA DE POBREZA
Para Brenda Jaime, moradora desde hace 14 años, tener agua potable es también vital para evitar la enfermedad.
«Cogemos el agua, la hervimos y así sobrevivimos. También dicen que hay alcantarillado y es mentira, está fatal, se tapa», lamenta.
En la casa de Irene Zambrano también tienen dificultades para poder comer.
«Aquí vivimos tres familias y a ninguna nos ha salido el bono. Todos vivíamos del día y ahora no se puede», afirma al aludir a la ayuda de contingencia por la emergencia de 60 dólares que concede el Gobierno a 400.000 familias, que deben estar inscritas en un registro social.
Ecuador cuenta hasta hoy con 369 fallecidos oficiales y 7.603 casos positivos por COVID-19, mientras Guayaquil sigue a la cabeza de las ciudades más golpeadas per cápita por la pandemia con 4.077 contagios. EFE