Un monstro que no vemos

En un mundo donde la naturaleza supiera que algo malo le iba a suceder y, por eso buscara historias verosímiles que anticipaban lo peor. Crisis medioambientales, cambió climático y  un consumismo descontrolado; produciendo una verdadera pandemia en este planeta, como es, el hambre, la violencia las guerras locales, por la destrucción y  enfermedades  que están confinados a países en proceso de desarrollo; desde luego que estos males son endémicos, que no causan miedo ni pánico, porque no se transmite a través del aliento y la saliva de terceros, dentro de un mundo visible. ¡Cómo no!

Hay que recordar, que no son temas nuevos en nuestra cultura, pero si son distintos los ojos con los que vemos en estos días de coronavirus: “La peste por ejemplo, es una representación de lo monstruoso en su forma más nítida. Él virus es el monstruo que no vemos, es la inquietante extrañeza de Freud. Es la metáfora más pura del miedo atávico”. Si miramos las epidemias Bíblicas, la lepra, la peste bubónica…se atribuían a un castigo de Dios y para aplacar su ira se montaba procesiones y se quemaba en la hoguera a brujas y herejes…

Hoy se conoce que la vida es un episodio contingente que ha ido sufriendo sucesivas extinción de especies a causa de meteoritos gigantes, terremotos desbastadores, allí estaba entre otras causas el castigo de los dioses a la sociedad que transgrede sus normas de la naturaleza viva.

El infierno son los otros, dijo Jean Paul Sastre. Se refería a la mirada de los demás que nos penetra y nos delata; la mirada será quizá un virus y el terror vendrá, quien te bese, quien, te abrace, quien te de la mano, quien me ayude a cruzar la calle. El miedo al otro en eso consiste el infierno, que se  instaló en nuestro país, ¡Cuídese! (O)

 

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