Historias de dolor, de impotencia desgarradora ante los efectos de la pandemia por el coronavirus, con testimonios de escritores de Guayaquil, comparte la revista digital Piedepágina. Uno de ellos, de la escritora Paulina Briones, dice:
“Cuando vi el noticiero del mediodía y escuché que recuperaron 400 cuerpos, y 50 cuerpos más este día, fue algo devastador. En La Colectiva, emprendimiento de asociación de editoriales y librerías, decidimos devolver las cuotas. Las editoriales grandes liberaron contenido y es positivo, pero para las pequeñas editoriales es un factor que nos destruye. Las entregas a domicilio bajaron. Los libros no están en las prioridades de la gente. Temen que los libros estén contaminados…”
“Mi tío falleció. Acaban de llamar a mi mami. ¿Puedes creer que alguien en el hospital les pide 600 dólares para los papeles? -en el curso de las horas se retractaron- El cuerpo de mi tío será procesado y será trasladado por el municipio hacia un camposanto. Sus allegados deben ir mañana con un papel que les entregará el IESS para tramitar la partida de defunción. No les costará nada. Dicen que después de 20 días darán la información de en dónde le sepultarán.”, manifiesta César Eduardo Galarza.
Clara Medina Rodríguez, escribió: “En Facebook leo a diario que mis amigos le dan el adiós a sus padres, a sus tíos, a sus abuelos, a sus primos. A tanta gente querida. Desde hace más de una semana, he escrito alrededor de media docena de pésames cada día. Ayer llegué a casi 10. No es que la gente antes no se muriera. Se moría, sí, pero no tanta al mismo tiempo. Dar un pésame era una rareza y no una cotidianidad. Hoy mucha gente está de luto en Guayaquil. La ciudad bullanguera y alegre está silenciosa porque sus habitantes están enfermos de tristeza”.(AVB)-(I)