OPINIÓN│
La reciente pandemia ha acabado con sistemas de salud, ha evidenciado los modelos poco humanos que se han forjado, ha mostrado la desigualdad como una herida mundial que a través del tiempo, ha empeorado y no da señales de mejorar. Entre imágenes rotas, testimonios desconsoladores y rostros de infantes que representan la disparidad, nos hallamos en un abismo de enigmas, pero sobretodo de uno con solución, una solución que la cúspide de la pirámide ha preferido esconder. Ese enigma que es futuro, esperanza y generación se llama educación, no existen fronteras ni sistemas políticos que desaparezcan su poder, la educación es el argumento primordial para transformar una sociedad y con ello el mundo. Hoy, sabemos que no todos los estudiantes pueden aprender virtualmente, más del 43% no goza de internet y 50% no posee una computadora. Muchas comunidades no acceden a cobertura; ellos están silenciados en la propaganda y las cadenas nacionales eligen olvidar a aquellos que no están aprendiendo, aquellos que cada día que pasa se les arrebata su futuro. La educación hoy, es un privilegio, pero el anhelo se halla en que después del caos, ganen los derechos.