Desde el escándalo del FIFAgate, que forzó en 2016 la renuncia de su presidente Luis Chiriboga, la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) no ha conseguido consolidar, por distintas razones, un proyecto nacional.
Chiriboga, que renunció al cargo por presuntos actos de corrupción investigados a nivel nacional e internacional por lo que fue condenado con encarcelamiento, sigue siendo el último presidente de la FEF que de alguna manera dio estabilidad a la institución, o que por lo menos llevó a la selección absoluta a tres históricas clasificaciones mundialistas en 2002, 2006 y 2014.
La sagacidad, el poder para negociar con los técnicos y los jugadores, la persuasión para tener siempre contentos a los directivos de clubes y de asociaciones, fueron determinantes para que lo reeligieran periodo tras periodo al mando del fútbol local hasta estar 18 años al frente de la máxima institución.
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Desde entonces, la FEF ha pasado por todo tipo de derroteros que poco, o nada, han aportado al nivel deportivo de la selección.
Sustituido por su vicepresidente Carlos Villacis, tras ser depuesto en un proceso de justicia ordinaria, la FEF no tuvo durante su mandato ni la misma capacidad de persuasión, ni la proximidad con los jugadores, ni la sabiduría para encontrar un técnico que supiera sacar provecho a la capacidad deportiva que sus pupilos.
El argentino Gustavo Quinteros estuvo al frente de la Tri entre 2015 y 2017, pero fue despedido tras el fracaso en la eliminatoria para Rusia 2018, y sustituido en forma interina por su compatriota Jorge Célico, quien a su vez dio paso al colombiano Hernan ‘Bolillo’ Gómez a mediados de 2018, aunque solo por doce meses.
Y es que Villacís, aunque con una amplia trayectoria en el campo de los negocios, fracasó en el intento de sostener la era de éxitos de su predecesor por su poca trascendencia en el fútbol local, con un equipo más convertido en una escuela de fútbol que volcado en el logro deportivo.
El sustituto de Chiriboga se quedó sin bases, perdió el control de la FEF, del cuerpo técnico y de los jugadores, cuyo descontento tuvo gran repercusión de manera especial de los considerados jugadores-base del equipo.
Tras el fracaso de Villacís, y con un equipo en manos del técnico ‘Bolillo’ Gómez, Francisco Egas, del club Universidad Católica, apareció en enero de 2019 como la supuesta salvación, con la promesa de aplicar modernas técnicas de reflotación administrativa y deportiva.
Pero se encontró a una Federación prácticamente quebrada con unos siete millones de dólares de déficit y las habituales rencillas internas que poco aportaban a la estabilidad de ningún proyecto.
Y aun así, se aventuró a un cambio profundo y prometedor dentro del fútbol local con un proceso de reestructuración hasta 2030, en el que poco a poco se vio abandonado por sus propios compañeros de Directorio, y más recientemente también por los directivos de clubes y de asociaciones.
El «proyecto Egas» apostó por un cuerpo técnico altamente profesional y «europeísta», en el que entraron -no sin cierto retraso- el español Antonio Cordón, como director deportivo, y el hispano-holandés Jordi Cruyff, como entrenador.
El desmadre se armó cuando Egas violó aparentemente las directrices de su Directorio en la inversión requerida, lo que sumado a su poca claridad y transparencia ante el Directorio, propulsó una moción de censura que le removió del cargo a finales de abril.
En medio de un parón futbolístico por el coronavirus, con una crisis financiera sin precedentes en el fútbol local, el mismo Directorio designó presidente a Jaime Estrada y desde entonces los problemas se han ido acumulando como el agua de una catarata hacia el despeñadero.
Los clubes y asociaciones -que designan a los vocales de la FEF- han desconocido a Egas y ratificado a Estrada, quien no solo ha quedado a la espera de un proceso judicial presentado contra la moción de su predecesor, sino que está ahora también a la espera de que la FIFA y la Conmebol decidan en el caso.
Y con ello también sigue a la espera el ansiado proyecto que devuelva al fútbol nacional a la escena mundialista.
Estrada ya ha tomado contacto con Cordón y Cruyff para renegociar unas condiciones más acordes a la situación, y el proyecto nacional dependerá de que todos lleguen a un acuerdo.
Mientras, la permanente rivalidad dentro de la FEF, la comidilla en los titulares de prensa, las poco responsables declaraciones de jugadores y como no, el coronavirus, siendo amenazado la consolidación de un equipo que devuelva a los ecuatorianos la confianza en su selección. EFE