OPINIÓN│
Se trata de una execración hacia los ingenuos que todavía confían en la palabra engañosa, en las promesas de cambio, en la refundación del país, en transformar a la sociedad, en denostar al viejo país. En el fondo de todo existen falacias, verdades a medias, promesas y engaños. Todo se fragua con el ánimo de incumplir, de conseguir metas y propósitos que son de interés para los actores de la política que se encuentran en plan de usar mentiras nobles para el pueblo enfermo por las mil afecciones ocasionadas por la pandemia de la corrupción, entonces en el lenguaje político puede existir un diseño y hasta considerado un arte, para que las mentiras parezcan verdades.
Hay una máxima que cita: “los artistas mienten para decir la verdad, mientras los políticos mienten para ocultarla”. También podríamos hablar de la pseudología fantástica, en la cual el mitómano miente de manera compulsiva y patológica para ganar prestigio y manipular a los demás, pudiendo ocasionarles daños.
Los ecuatorianos estamos saturados de conflictos determinados por la pandemia vírica y predomina la incertidumbre y la desesperanza, la angustia tapiza innúmeros hogares por la pérdida de las fuentes laborales y con ello el hambre golpea despiadada, mientras los bandidos continúan con sus protervos actos, con su miseria humana exhibida como bandera, con su accionar de siempre y en complicidad de los altos, pues hay bautizo cuando la guagua tiene padrino.
Y la justicia informada por los elementos de control, da vueltas y marea a los ingenuos llenos de vértigo y cubiertos de noticias casi calcadas, escándalo diario y no ocurre nada, y no pasará nada. Los pactos son tras bastidores, y pese a las famélicas arcas fiscales, estos mineros de la miseria continúan expoliando lo poco que nos queda. (O)