Educar en casa, una alternativa a la escuela tradicional

La pandemia provocó un cambio rotundo en la educación: de pronto, los profesores y estudiantes se volcaron a las pantallas para enseñar y aprender, el trabajo de las madres, que tan pocas veces es compartido con los padres, aumentó porque ellas se convirtieron en las guías de sus hijos.

Aquella realidad transformó los hogares de la mayor parte de la población que tienen niños, sin embargo, hubo un grupo reducido que había estado acostumbrado a la educación en casa sin la necesidad de acudir a la escuela.

El uso de los espacios de los hogares como sitios de enseñanza, el apoyo de los padres como guías y profesores, y la aplicación de la tecnología para hacer más dinámico el proceso de aprendizaje ha sido ya parte de quienes optaron por no enviar a sus hijos a la escuela, porque la casa se transformó en la escuela.

“En el primer año fue difícil. Estábamos solos porque no sabíamos cómo era. Nos contactamos con una institución en España y aprendimos en qué consistía la Escuela en Casa”, dice Patricia Zúñiga.

Patricia es cuencana, y desde hace siete años se hizo cargo de la enseñanza de sus tres hijos. Primero se encargó de Camila, su hija mayor, porque había tenido problemas en la escuela por una discapacidad auditiva. La pequeña de ese entonces había sufrido de bullying por parte de sus compañeros.

En un principio, cambiar de la enseñanza tradicional dentro de una institución educativa a la educación en casa no fue fácil. No obstante, Patricia participó en varios cursos para convertirse en la profesora de sus hijos.

“También ayudé a mi segundo hijo y mi última hija. Ella nunca fue a la escuela. Yo le enseñé a leer, a sumar. Fue difícil, pero entre todos nos disciplinamos porque sin disciplina no se puede estudiar”, dice Patricia.

La rutina diaria de los hoy ya jóvenes es levantarse, bañarse y cambiarse. La familia desayuna junta y luego cada uno ocupa su lugar. Alrededor de las nueve de la mañana empieza la enseñanza. Por lo general, las clases duran entre dos y cuatro horas.

Camila ya finalizó sus clases de secundaria en su hogar, y ahora ella estudia violín en el conservatorio. Su próxima meta será estudiar psicología en la universidad. Mientras que sus dos hijos, Alejandro y Emilia todavía siguen aprendiendo con Patricia.

Una alternativa

El sistema de la llamada Escuela en Casa genera distintas opiniones. Por un lado están los que creen en la enseñanza tradicional y por otro, los que se han transformado en los maestros de sus hijos. Este último grupo ya tiene un número considerable de adeptos, que con la pandemia ha aumentado.

“Lo tengo en consideración. Darle clases a mi hijo es una opción. Todavía no hay nada seguro con las clases en las escuelas. No sé si las instituciones están listas como para lograr el distanciamiento entre los niños”, dice Marcela Hernández.

Para Justin Zamora, uno de los fundadores de Laboratorio de Juego (un espacio dedicado a difundir educación a través de actividades lúdicas) la educación en casa es positiva porque hay buenos resultados si hay disciplina.

“Yo creo que la educación en casa va a ser una alternativa en estos tiempos. Esta rescata los valores más antiguos del hogar, porque la primera escuela es la casa, en donde aprendemos a vivir y a respetar”, dice Justin. (AWM)-(I)

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