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El movimiento indígena de Ecuador ha recurrido a sus saberes ancestrales, a su habilidad en la producción agrícola y a la fortaleza de la vida en comunidad para afrontar la pandemia del coronavirus, alternativas que han surgido ante una necesidad generada «a falta de Estado».
Así lo reseñó a Efe Leonidas Iza, presidente del Movimiento Indígena y Campesino de Cotopaxi (MICC), al criticar la gestión del Estado ante la crisis económica que afecta al país y que ha sido agravada, según consideró, por la mala administración desarrollada por el Gobierno frente a la pandemia del COVID-19.
«A falta de institucionalidad, a falta de un buen manejo de la crisis, ha sido la capacidad de la comunidad la que ha permitido sostener y hacer frente a la pandemia», remarcó quien es uno de los líderes del movimiento indígena ecuatoriano y uno de los más críticos del presidente Lenín Moreno.
Según él, el movimiento campesino en Ecuador y en otros países de la región es uno de los que más riesgos corre por la expansión del contagio del coronavirus, agravada por la postergación histórica del sector.
Por ello, las comunidades indígenas de Ecuador, desde que comenzó el contagio en el país, han elaborado sus protocolos de protección ante la enfermedad, con estrictas normas de conducta para propios y extraños.
SIN CENTROS MÉDICOS
Por ejemplo, en la comunidad de San Ignacio, de la parroquia de Toacazo, en las faldas del nevado Illiniza, en el corazón de la provincia andina de Cotopaxi, donde vive Iza, los comuneros han establecido cercos de paso para vehículos y personas.
Ahí, los guardianes recogen toda la información de las personas que entran o salen de la zona y vigilan que lleven mascarillas, aunque si llegaran a sospechar que alguien tiene síntomas relacionados con coronavirus, entonces dan aviso al personal de un dispensario cercano y a los dirigentes de la comunidad.
«Cómo vamos a enfrentar la pandemia si ni siquiera hay centros de salud debidamente equipados (en la jurisdicción)», se lamentó el líder indígena quien considera que para las comunidades «ha sido mejor controlar (la pandemia) hacia adentro» del colectivo.
Según Iza, sólo dos campesinos de las 38 comunidades que conforman la parroquia de Toacazo han dado positivo para COVID-19 y han sido «debidamente aislados, en lugares determinados por la organización» y «ya se han recuperado».
Para el dirigente, la comunidad indígena ha desarrollado en este periodo algunas fortalezas, sobre todo la «capacidad organizativa», que ha permitido evitar la entrada del virus y que se detecten a tiempo los casos sospechosos.
«La segunda fortaleza es la capacidad de producción agrícola», pues no se ha «dejado de producir alimentos ni un solo día», remarcó Iza quien, no obstante, criticó el papel del Estado por no haber brindado las garantías suficientes al sector campesino para entregar sus productos a las ciudades, confinadas en cuarentena y que, según él, han sufrido diferentes grados de desabastecimiento.
Para el dirigente, la intermediación comercial de la producción agrícola y la ausencia de apoyo estatal, han sido dos de los escollos más importantes para mantener el abastecimiento suficiente y de calidad a las ciudades.
MEDICINA ANCESTRAL
«La tercera fortaleza es la medicina ancestral, porque nos ha permitido superar ciertas enfermedades como la gripe común», que ha atacado de forma paralela al coronavirus, subrayó.
Él mismo dispone de una especie de botiquín en su casa, nutrido con ramas de «chucchcuguazo» y otras plantas medicinales traídos de la Amazonía, además de matas de hierbas andinas usadas por siglos para curar diferentes males.
Iza dijo no saber si alguna de las técnicas de medicina ancestral usadas durante la pandemia han podido ser claves para tratar al coronavirus, pero remarcó que ese tipo de saberes son indispensables según la cosmovisión andina.
Además, comentó que su colectivo, a través de la organización madre que es la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), ha logrado hacer una campaña de prevención con medios propios, en siete idiomas de los pueblos originarios del país, para proteger y dirigir las orientaciones sanitarias de los especialistas.
Todas estas iniciativas han sido desarrolladas por el movimiento sin el acompañamiento del Estado y, según dijo, pese a que se había advertido al Gobierno antes de la pandemia sobre las debilidades de los sistemas de atención sanitaria en los sectores campesinos del país. EFE