OPINIÓN│
Con el 88,7% de ciudadanos para quienes el país va por mal camino y 18% de aceptación popular, según la encuestadora Cedatos, Lenin Moreno inicia el último año de mandato, en medio de una severa crisis económica que para el presente ejercicio fiscal superará los doce mil millones de dólares, recortes presupuestarios, despidos de personal, reformas laborales, más impuestos y toda la repercusión social que ello conlleva.
Por eso todo lo que dijo en el mensaje a la nación, tan sólo es síntesis de aquello que escuchamos diariamente, inclusive endilgar muchos males al correísmo, lo cual ha sido leitmotiv de su administración. Hasta la consulta popular pasada el 67% le creía, pero ahora bajó al 14,3%.
Errores y aciertos cometidos ya son historia, por lo cual quiero mirar hacia el futuro, no sólo de las funciones públicas sino del ciudadano.
Sin descuidar el aspecto sanitario que nos aqueja, la población debe concentrarse en la economía, pero contemporáneamente reflexionar sobre la responsabilidad hacia las elecciones generales, opacadas por las circunstancias pero que van reviviendo mediante las redes sociales.
Al morenismo algunos califican como régimen de transición; otros un eslabón más del socialismo. La mayoría le recordará como fallido intento de equilibrar ambas tendencias, pues los primeros le consideran “tibio”, mientras los segundos, traidor a los ideales que le llevaron al poder.
En el mundo globalizado el ámbito interno recibe cada vez más influencias desde allende las fronteras. Tal realidad Ecuador ha manejado erráticamente, sometiéndose a la hegemonía de los Estados Unidos en desmedro de la importancia china y rusa, que durante los últimos veinte años ampliaron su presencia aquí y en varios países latinoamericanos: Venezuela, Cuba, Brasil, Argentina, México.