Posibilidades de trabajo

EDITORIAL|

La idea de que el trabajo es un castigo, como lo dice el mito del génesis cuando Adán fue expulsado del paraíso por comer la manzana prohibida, ha sido superada desde hace siglos. Al trabajo se lo puede ver como una obligación o un derecho, pero en el ordenamiento social se considera esencial para subsistir. Un Estado ideal sería con desocupación laboral sea cero. Uno de los graves efectos de la pandemia es la disminución de puestos de trabajo por al forzado aislamiento para frenar la propagación del virus. Una situación de este tipo no puede prorrogarse indefinidamente ante la inevitable amenaza del hambre.

El más importante gestor de trabajo es la producción y circulación que requiere mano de obra. Los centros que generan deben estar activos pues su desaparición eliminaría la práctica laboral. La reactivación es indispensable para evitar el colapso económico que gestaría la pandemia del hambre. Un importante porcentaje de ecuatorianos, lo hace de manera informal, pero también en este caso la prolongación del aislamiento anula las posibilidades de ingresos básicos. No criticamos las medidas gubernamentales de varios países, pero es indispensable que se reactive la economía, pese a los riesgos que conlleva, tomando las precauciones necesarias para limitar los contagios.

El sector público requiere también mano de obra, pero debe ser la necesaria para cumplir los servicios. La demagogia populista crea puestos innecesarios con los consecuentes gastos. Esencial es que, en casos como nuestro país, se disminuya el tamaño del Estado, lo que genera desocupación. Se trata de un costo molesto pero indispensable. El gobierno anterior, con su política populista y demagógica agigantó la burocracia debido a la mayor alza del petróleo en la historia y dejó a los que le sucedieron la molestia de corregir esta hipertrofia. Son situaciones difíciles, pero caso hay que hacerlas frente aprendiendo a coexistir normalmente con el coronavirus como ha ocurrido en situaciones similares del pasado.