OPINIÓN|
Hace dos años aproximadamente, se producía una consulta popular, en la que el gobierno llamaba a votar siete veces ¡Si!… por el bienestar del pueblo; y llevar a la práctica los deseos de los “Gobernantes” para que vivamos felices y libres. «Hoy comienza la construcción del futuro que soñamos para nuestros hijos»; y el futuro se llenó de negros nubarrones. Si hoy llamarían a votar siete veces ¡Si! por el porvenir de la democracia y de sus instituciones, creo que hasta los “políticos” lo dirían “La democracia se halla al borde del abismo”, títulos como este o similares se leen frecuentemente en los diarios y en redes sociales. Hay quien habla de una crisis existencial de la moral, pues todos producimos un bien público; por eso todos tenemos que cuidar nuestros puestos de trabajo; pues ello debe ser defendido una y otra vez, en voz alta y sin temor.
Efectivamente vemos y experimentamos un creciente cuestionamiento a la “Justicia”; y un resentimiento contra los partidos políticos y por último, un creciente embrutecimiento del lenguaje, con el que se desprecia la política y sus instituciones. Todo ello ocurre no solo en nuestro país, pues parece suceder ante la debilidad de la ética, donde se fabrican los ideales de la violencia de la perversidad, parece que apesta a mentiras.
Sera demasiado complejo, para solucionar la crisis sanitaria, de recursos naturales, económicos, sociales, que superan a las revoluciones tecnológicas, las tenciones culturales, las desigualdades sociales y la problemática ecológica; es comprensible que muchos se sienten abrumados por tanta crisis, y busquen el escapismo o el alarmismo, no son útiles; se trata de reacciones comprensibles, frente a la amenazante e incluso apocalíptica magnitud del desafío a la moral. (O)