OPINIÓN|
La religión está dentro de las principales creencias del hombre que, con el arte, la lengua, los sistemas políticos, el matrimonio, las costumbres, los códigos… conforman las culturas; culturas a las que se suman los sistemas de comportamiento y el pensamiento del hombre que obedecen a las leyes naturales. Esta totalidad compleja es lo que nos configura como nacionalidades, países, pueblos, comunidades… que defendemos por considerar nuestra identidad.
El gobierno del ególatra que se ufanaba de ser católico y defensor de la idiosincrasia, paradójicamente renegó de ciertas prácticas religiosas como la devoción a las imágenes, así que apoyaba con entusiasmo el culto a la personalidad, como se evidenció con el curioso Museo de la Casa de Gobierno donde se exhibían 11 mil regalos suyos, fotografías posando con celebridades del mundo y guías turísticas que en el recorrido enaltecían su personalidad.
Por entonces rezongábamos a la orden que dio de retirar las iconografías de fe de toda institución pública, entre ellas las unidades de salud que tenían tabernáculos con Cristo y la Virgen, hacia donde acudían enfermos, familiares y profesionales para rezar y encomendarse a ellos.
La disposición fue cumplida hasta en los pueblos más apartados. En 1981, el presidente Jaime Roldós creó una plaza de salud en la parroquia de Chigüinda, cantón Gualaquiza. Se envió a un Médico Rural al buen tuntún, a quien le recibieron entusiasmados el teniente político Nelson Illescas, la síndica Rosario Guzmán, la auxiliar de enfermería Amanda Cabrea y dos personajes de la localidad, Gustavo Herráez y Luis Arévalo.
Dos cuartos de la Casa Comunal fueron prestados para el funcionamiento del Centro de Salud. En vista de la precariedad de la unidad se gestionó con el Hospital del Sígsig a fin de que done aquello que se daba de baja. Generosamente y bajo inventario el director del “San Sebastián”, Dr. Marcelo Aguilar Moscoso, entregó algunos bienes. Con posterioridad, el señor Modesto Brito donó un terreno en Bermejos, notarizado en Gualaquiza.
Equipado de manera incipiente se comenzó a prestar servicios de salud para las parroquias de Chigüinda, Bermejos y El Rosario, instituyendo como Patrona de la institución a la Virgen Inmaculada. En la oprobiosa dictadura civil, los que regentaban este dispensario retiraron la imagen a un lugar arcano.
Víctor Jiménez, diligente autoridad y testigo fiel de la historia de este pueblo se hace eco del sentimiento de los habitantes que exigen el retorno de la efigie a su lugar de culto y oración de los enfermos. (O)