EDITORIAL|
Con motivo de la celebración mundial del Día del Medio Ambiente, se hizo notar desde sectores ambientalistas la preocupación sobre el manejo del turismo en algunos lugares del país y particularmente en las islas Galápagos. Por su parte, dirigentes del sector turístico han señalado que una de las normas básicas que ellos manejan es la de velar por el cuidado del medio ambiente. El tema de fondo de la actividad turística en todo el mundo- cuando se la maneja responsablemente -es cuidar que exista un equilibrio entre el turismo que genera ingresos a amplios sectores y el cuidado a la naturaleza.
Un porcentaje mayoritario del turismo internacional que llega a nuestro país lo hace atraído por dos riquezas: la de la naturaleza y la de la cultura popular. Es raro que alguien venga en busca de playas o de grandes ciudades y de vida nocturna. La biodiversidad es en cambio lo que ese turismo busca en países como el nuestro. La diversidad cultural expresada en una rica cultura popular y artesanía es el otro gran atractivo. Cuidar y mantener esos dos valores es una obligación ineludible del país, no solamente por el turismo que genera riqueza sino por el derecho que la naturaleza y la cultura tienen.
Durante los últimos años, especialmente en el anterior gobierno, se denunció que se había concedido permisos excesivos a personas ligadas a altas autoridades gubernamentales para abrir hoteles y servicios turísticos en Galápagos. Se habría irrespetado la capacidad que el Archipiélago tiene para soportar visitantes y con ello se habría puesto en riesgo un delicado equilibrio ambiental que allí existe. Es de esperar que esos atentados no vuelvan a darse y que se vigile celosamente la actividad turística en ese lugar y en todos aquellos en que la naturaleza puede ser afectada. Romper ese equilibrio sería matar a la gallina de los huevos de oro del turismo, aparte de atentar contra el patrimonio del país.