El Septenario, por su propia manera de presentarse, solía eclipsar la otra festividad de los católicos que, dependiendo del calendario coincidía con las fiestas del Corpus Cristi: el jubileo eucarístico de las 40 horas.
Pero hoy, ni lo uno ni lo otro han marcado la agenda de los cuencanos quienes cada año se preparaban para recibir las fiestas religiosas con fervor, ya sea por los tradicionales dulces o por sus creencias.
La pandemia, que redujo la vida de las personas en primera instancia al aislamiento y luego al distanciamiento social también obligó a los fieles a pensar dos veces sobre si es correcto o no usar las iglesias y los espacios públicos para sus oraciones y festividades católicas.
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Y por lo pronto, al igual que los otros sectores se han reactivado con muchas limitaciones. De hecho, la Iglesia tiene un protocolo que en la ciudad y en las parroquias rurales ya ha sido aplicado. Aun así, tendrá que pasar un buen tiempo para que las fiestas que son parte de la cultura cuencana se vuelvan a realizar.
Adaptaciones
Por lo menos para el Septenario se ha planificado una serie de eventos que serán transmitidos por los medios de comunicación de la Arquidiócesis de Cuenca. Por ejemplo, por el Corpus Cristi, la catedral de la Inmaculada Concepción estará abierta al público entre las 10:00 y 16:00.
También las eucaristías, que solían aglomerar a cientos de personas, se transmitirán por las redes sociales y por Radio Católica.
Sin embargo, para el jubileo de las 40 horas con el cual los religiosos adoraban al santísimo en las iglesias de la zona urbana, todavía no hay nada definido, por la misma razón de ser: las personas tienen que estar dentro de los templos rezando, y ahora mismo, la población no puede estar en una iglesia más de 15 minutos.
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“Que se realice el jubileo dependerá de las fases del protocolo. Por ahora haremos una evaluación del comportamiento de la gente dentro de las iglesias, pero se habla de que estaremos así por lo menos dos años”, dice monseñor Bolívar Piedra.
Para las autoridades de la Iglesia, según Piedra, primero está la salud de los creyentes, por lo que, si se tiene que suspender los eventos que aglomere a la gente, así será hasta que el sector de la salud defina cuándo será seguro que las personas vuelvan a estar unidas por la religión.
Hasta entonces, los católicos deberán hacer sus oraciones o celebrar o pedir al santísimo desde sus hogares, como se hacía en los primeros años de fundación en los que en ese entonces había solo un par de casas y no había las fiestas ostentosas. (AWM)-(I)