Radio

Ondas Azuayas silenció su voz. Y Cuenca se quedó abismada. La Decana
que nos despertaba del marasmo diario, la radio de onda corta, tan
indispensable en estos tiempos de globalización esclavizante, cerró su
trasmisión y se alejó al ritmo de la ópera del Quijote con la que
abría su cortina musical. Sí; el corona virus nos ha obligado a las
ausencias definitivas, a las noticias de pérdidas diarias, todas
cercanas. Y es que uno habita en las voces de la radio, así, más allá
de las circunstancias que deben haber sido irreversibles en los
personeros de la emisora, agradecemos su lucha. A cada uno,
periodista, locutor, investigador, programador. No debe haber sido
cosa fácil esta decisión mutiladora. Sólo sabemos que nos queda un
vacío que no podrá ser llenado por el internet y otras novelerías.
Hoy, cuando la radio en onda corta es más necesaria que nunca, cuando
nos horrorizamos si se cae el internet y el ojo del gran hermano
controla hasta nuestro último suspiro, el teléfono convencional, el
radio de pilas, el reloj de cuerda, nos ayudan a imaginar que todavía
mantenemos un mínimo de control en nuestra vida. ¡Gracias Ondas
Azuayas! 72 años que significaron setenta veces siete hitos de
honorabilidad y excelencia en periodismo. Definitivamente la pandemia
endiablada nos coloca, cada día, un nuevo acto heroico para
sobrevivir. Aquí y ahora, seguiremos buscando en el dial nuestra
memoria.

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