Estamos preocupadísimos

Opinión│

Por Daniela León

Y no es por el corazón de Abdalá Bucaram que por estos días ha sido el centro de atención del país, sino más bien por el corazón de nuestras familias que por ahora están inmiscuidas en la novela política del Ecuador mientras la vida se nos vuelve cada vez más precaria.

Anoche nos arruinaban otra vez el sueño con la noticia de la continuidad del estado de excepción por 60 días más. Digamos, en un Estado que de verdad se preocupe por la mayoría de la gente hasta pensaríamos que es una buena decisión, pero casualmente esto ocurre mientras se anuncia la posiblidad de la privatización del IESS. Mientras el Ejecutivo envía cambios sobre la Ley de Finanzas Públicas, que entre otras cosas propone que el Ministerio de Finanzas reduzca el indicador de deuda pública (más recortes), empresas como Confiteca y Edesa despiden más gente y envían dinero a paraísos fiscales… Y un largo etcétera.

Esto realmente nos tiene preocupadisimos. Sobre todo por el cinismo, porque como antesala de todo esto el presidente de la república Lenín Moreno declaraba el pasado jueves 11 que no debemos dejar que “el coronavirus se transforme en coronahambre” en el marco de una reunión virtual (por lo que se sabe esta fue real) con sus homólogos de Colombia y Bolivia, Iván Duque y Jeanine Áñez

O sea sí, claro, pero con qué cara lo dice. Y la cosa fue más cínica aún. En la misma reunión los homólogos destacaron sus esfuerzos por priorizar la vida, la salud y la economía. Yo no sé qué piensen los ciudadanos en Colombia y Bolivia, pero por lo menos en Ecuador solo se ha priorizado la vida, la salud y la economía de la minoría de la población: la más rica. ¿Por qué?



Económicamente hablando, porque hasta el Banco Central nos avisa que lo que se viene pinta peor que la crisis de 1999. Hace un par de semanas, y con muy poco eco mediático, la entidad evidenciaba un desplome de la actividad económica del país. Según el BC, el Producto Interno Bruto (PIB) del país podría caer en un 7,3% siendo optimistas, y, siendo pesimistas, el 9,6%. En el feriado bancario la caída fue del 4.7% (o sea menos grave que el pronóstico actual) y los bancos no fueron los que pagaron las consecuencias, ¿lo recuerdan?. Dadas las novedades económicas creo que ser pesimista es más bien ser realista.

El personaje detrás de todo esto es el actual ministro de economía, Richard Martínez, por supuesto que con la venia del presidente de la República. Martínez ha recibido tanto apoyo del Gobierno que hasta le pusieron un Consejo Asesor Económico -todo esto lo anunciaron el jueves 4 de junio mientras Bucaram gritaba “¡viva la patria!” y nosotros hacíamos memes divertidísimos-. Ahora sabemos que la misión del citado Consejo es «reducir progresivamente el indicador de deuda pública y otras obligaciones«, según la reforma a la Ley de Finanzas Públicas que propuso el Ejecutivo. ¿Cómo lo hará? Aquí algunas señas de su línea política.

Este consejo, que de puro buena gente no cobrará ni un centavo, al menos no de sueldo,  está integrado por Manuel González, Vicente Albornoz, Fausto Ortiz y Augusto de la Torre.

El primero, Manuel González, economista principal en la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal en Washington, D.C, (vaya viendo esa firma); el segundo, Vicente Albornoz, decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la Américas (UDLA), personaje claramente opuesto a la política de subsidios de combustibles porque según él son despilfarros “absurdos”Fausto Ortíz, recordado por sus múltiples declaraciones sobre la necesidad del ajuste ante lo que él llama “gasto público” y su cercanía con las políticas del Fondo Monetario Internacional (FMI); y finalmente Augusto de la Torre, quien últimamente ha declarado su posición más cercana a los grandes empresarios y empleadores que a los empleados como una consecuencia de su formación como directivo del Banco Mundial para América Latina y gerente del Banco Central entre 1993 y 1997.

Como si no fuera suficiente, Martínez preside dicho Consejo, es decir, haría lo mismo que ahora como Ministro, pero con ayuda, pues aunque la opinión del Consejo es vinculante, según Moreno no serán responsables de la política económica.



¿Hablamos del mismo Martínez que decidió retirar los subsidios de los combustibles en octubre del año pasado? ¿El Martínez que después de 11 muertes durante las protestas dijo que no lo haría,  pero después de todas formas los quitó?; sí, el mismo  que en abril pagó 936 millones de deuda externa y con ello desatendió la emergencia sanitaria (y hablan de que priorizan la vida y la salud). Sí, el mismo Martínez que le hizo perder al Estado millones de dólares en una apuesta especulativa. El mismo que decidió que el recorte al presupuesto universitario va porque va, aunque la Corte Constitucional lo haya negado como viable. Y sí, también es el mismo que enfrenta cinco pedidos de juicio político en la Asamblea, y eso que el Legislativo no ha demostrado ser muy eficiente. Sí, ese. Parece broma, pero es anécdota, y no da risa.

Eso no más para referirme a las cosas que son declaradas, porque detrás de todo esto también está esa lista de asambleístas comprados con cargos, manejos de hospitales, contratos y más para que sus votos sean a favor de las leyes del Gobierno, de lo cual no se ha aclarado nada aún.

Las cosas pintan para peor en los próximos días, porque mientras por los medios pasan la novela de Daniel Salcedo, de los Bucaram, la de Jorge Yunda -que por supuesto son asuntos importantes y nos atañen también- hay que reconocer que está siendo usado para distraernos de muchos otros asuntos que merecen la misma atención de nuestra parte.

Enterarnos sobre la economía del país es apenas un botón. Porque tampoco hay que olvidar que había (hasta antes del estado de excepción) gente saliendo a las calles para reclamar por los despidos, por la “ley inhumana “que pronto entrará en vigencia. Por la Ley de Finanzas Públicas, por el recorte al presupuesto en educación, en salud. No hay que olvidar que la gente está muriendo y abarrotando unos hospitales del país que no han tenido la inversión necesaria en la emergencia sanitaria.

No hay que ignorar que el estado de excepción le cae como anillo al dedo al Gobierno para hacer de las suyas mientras nosotros seguimos preocupadisimos por el corazón de nuestras familias. Si la cosa sigue así, o a nosotros nos da un paro, o los ciudadanos imponemos un paro como ya pasó en octubre del 2019. (O)

Publicaciones relacionadas

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba