OPINIÓN|
La misma historia, es otra vez y otra vez, esa enfermedad percibida como endémica en el Ecuador, en América Latina, que parece recrudecer en un momento donde los países enfrentan una pandemia que arruina la economía y envía a millones de conciudadanos al desempleo, a la pobreza; han sido reportados irregularidades, en los procesos de adquisición de ventiladores respiratorios, bolsas para cadáveres y diversos insumos médicos para hacerle frente a la propagación del COVID-19; que triplicaron su costo habitual, alcohol cobrado como si fuera oro, en este nuevo “Odebrecht”.
Mientras los pueblos buscan relajar la lucha en contra de este flagelo, se han denunciado a diario, casos de absoluta corrupción sobre la base de funcionarios y empresas privadas, que han estado en coordinación para estafar al Estado-sociedad con sobreprecios escandalosos; y como siempre NO ha caído ningún “Pez-Gordo”, como lo indico el Dr. Francisco Huerta.
Los pobres, los campesinos, los que han sido contagiados, en medio de esta pandemia, en la que no se tiene el recurso más básico para protegerse, el Gobierno, no solo entrego la administración, sino que enriqueció en su drama sanitario: Que diga la Verdad, que se confiese, que tanto hablan en nombre de Dios. Como bien lo indican varios analistas estamos ante un nuevo “Odebrecht” por las ramificaciones que tiene por la pandemia en nuestra América Latina.
A esta hora no puede haber nadie, más que en ese lienzo un crucifico, que nos miramos y quedamos congelados, estamos al borde de la existencia definitiva, el suspiro, quizá incluso del propio pintor, fatigado pero pleno, va cobrando rostro y cuerpo y respiro profundo, para vivir sin llanto. Se ha cumplido, para todas las vidas, su profecía: “No estarás conmigo sin mí”. (O)