Fue diputado, prefecto del Azuay entre 1970 y 1975, gobernador, escritor, pero sobre todo, como lo recuerdan las personas que lo vieron, un ciudadano que trabajó por Cuenca y el país.
“No murió de Corona Virus. Murió de eternidad”, escribió Espinosa en su cuenta de Twitter.
Quizá uno de sus trabajos más recordados fue su intervención para que la Organización de Estados Americanos, en un acuerdo con el gobierno del Ecuador, decidiera que Cuenca sea la sede del primer Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (CIDAP), que hasta la fecha se mantiene en las orillas del río Tomebamba.
Varias personas expresaron su pesar por la muerte de Don Gerardo, como lo conocían, entre ellos el escritor y miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, Simón Espinosa, quien lo recordó como el joven que cursaba el quinto curso del colegio Rafael Borja, y que fue voluntario en 1941 para evitar la invasión de Perú en la Sierra ecuatoriana.
Las letras, su otro don
Gerardo Martínez Espinosa también estuvo muy relacionado con la escritura. Entre sus obras notables está una crónica que retrata la visita del papa Juan Pablo II a Cuenca, en enero de 1985. De hecho, don Gerardo estuvo con él, y hay una fotografía que capturó ese momento.
Martínez también escribió sobre las artesanías que hacían en Cuenca y en Azuay, y esos escritos, por fortuna, reposan en la Red de Bibliotecas Municipales de Cuenca. En el 2011 publicó uno de sus libros más emblemáticos: “Pasaporte a la vida”.
Aquella obra fue un homenaje al cuencano Manuel Antonio Muñoz Borrero, quien en su momento fue cónsul general en Estocolmo, Suecia, y a través de su cargo, ayudó a los judíos a tramitar pasaportes para otorgarles la ciudadanía ecuatoriana, con el objetivo de que puedan escapar del Holocausto creado por Hitler.
Un comendador y caballero
Por si fuera pocas sus obras, Gerardo Martínez Espinosa recibió varias distinciones, entre estas: comendador de la Orden Nacional al Mérito del Ecuador y de caballero de la Orden de Isabel la Católica, en España.
Además, recibió el premio internacional Tenerife, en 1991. El jurado escribió:
“Obtiene el premio por toda una vida dedicada a la protección y promoción de la Artesanía de Ecuador, labor que desarrolló a través del CIDAP, organismo creado para la investigación y promoción de las manufacturas de su país. De manera que, los diversos oficios artesanos recobran su carácter de trabajo “dignificador y perpetuador” de las tradiciones técnicas y estéticas”.
Don Gerardo, a través de su labor y obras, hablaba siempre del otro, y no de él mismo, pero hoy ha sido su turno porque su legado está impregnado en su trabajo que será recordado. (I)