El maquillaje blanco esconde las ojeras que le dejan las noches a medio dormir, la nariz roja es el botón de encendido de una sonrisa que durante 3 horas hará que todo sea risa para el payaso ‘Papi Juancho’, quien inicia sus actos de magia y comedia presentándose como un ‘papá luchón’.
El término acuñado como la imagen del padre de familia ausente, que no se compromete en lo afectivo y presenta quejas por el pago y uso de pensiones alimenticias, es asumida por Papi Juancho desde el humor, pero no lo representa.
Él es padre de 2 adolescentes, quienes quedaron a su cargo luego de que la mamá tuvo que viajar a otro país. Juan Esteban de 12 y Andrea de 15 años, son el motivo de su sonrisa, no la que se esconde detrás de la roja nariz sino la real, esa que no necesita maquillaje.
A ellos les dedica todo el tiempo posible, que desde la cuarentena ha sido bastante ya que sus dos trabajos, el uno como vendedor informal y el otro como payaso, no se pueden ejercer a plenitud por la cuarentena.
Juancho es un caso excepcional. Las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) indican que en promedio los padres dedican 2,6 horas a la semana al cuidado de sus hijos y un 1,3% de ellos están totalmente ausentes de la crianza.
La imagen del padre, a nivel estadístico, no es la mejor ya que también es esta figura la que ejerce violencia intrafamiliar en más del 90 % de los casos.
De acuerdo con el abogado Santiago Maldonado, este último aspecto hace que en la mayoría de casos los jueces decidan que los menores, tras un divorcio, terminen con sus madres.
Aproximadamente el 95 % de los procesos se fallan a favor de la progenitora según datos del sistema judicial.
Juan Francisco es además parte de ese 3 % de la población que tiene el honroso pero atípico título de “papá soltero”, y acepta que anteponer la palabra ‘papá’ al de ‘soltero’ ha sido un proceso complicado, pero ha valido la pena.
“Primero empecé a vivir con mi hija, antes de traerla conmigo yo vivía en un cuarto con una cama y un armario, no necesitaba más, ahora tenemos una casa con muebles, cocina, computadora para las tareas… un hogar”, comenta.
Andrea, de 15 años, es el amor de su vida y aunque se acepta un tanto sobre protector – que tenga novio después de sacar su título, afirma – esa faceta solo es la capa sobre la que se esconde un padre amoroso y preocupado.
Su hija cayó en las garras de la depresión y necesitó apoyo psicológico para reponerse de ese estado emocional, que convirtió a su padre en el caballero valiente que velaba sus sueños para que los fantasmas de la tristeza no entren en su cuarto.
Su otro hijo, Juan Esteban, es su cómplice y amigo, el complemento de un hogar al que no le hace falta más. “No nos falta nada, bueno quizás una refri y una lavadora” bromea Juan Francisco.
Ellos aseguran que se sienten bien con su papá, que son felices y están orgullosos de su ‘Papi Juancho’, a lo que él, payaseando, responde diciendo que “son unos cuenteros”.
Y razones no le faltan, sus hijos han ganado concursos de relatos y cuentos, expresan en sus fantasías la alegría de ser el tesoro de ‘Papi Juancho’, de ser el motivo de las batallas de su “Papá Luchón”. (JMM) (I)