OPINIÓN|
A respetar a Dios y a la naturaleza sobre todas las cosas; a saber entender y perdonar los errores de los seres humanos; a valorar y concebir que los momentos y los bienes espirituales complacen, regocijan y valen más que los bienes materiales. Tú me enseñaste a respetar lo ajeno, a saber escoger a los amigos, a aquilatar y emular de ellos lo bueno; a ser leal a mis compañeros, respetuoso con mis profesores y superiores; amable y cariñoso con mis familiares, responsable con mis obligaciones, puntual y cumplidor con mis compromisos. Recuerdo con cuanta dedicación y ternura confeccionabas y me proveías los primeros juguetes de mi infancia: el trompo, las cometas, el aro, las “bolitas”, el carro de madera, las pelotas, los zapatos de fútbol, etc. De igual manera me iniciaste en la afición por la lectura, y me preparaste para abrir las alas y emprender el vuelo, gracias a Dios nunca tuve una caída, por eso estoy aquí con las alas intactas, surcando por un cielo límpido, puro y transparente. Tú me enseñaste a ser fuerte, a incorporarme de los tropiezos, pero jamás a doblegarme; me llenaste de autoconfianza y de fe, por lo que he alcanzado todas las metas anheladas. Me enseñaste a tener siempre abiertos los brazos y el corazón para la familia y para el prójimo, a brindar sonrisas cariñosas y sinceras, a ser solidario y a compartir lo poco o nada que se tenga. Me enseñaste tanto, que trato de hacer con mis hijos algo de lo que tú hiciste por mí. Fuiste mi amigo sincero, leal y desinteresado, mi apoyo incondicional y mi guardián eterno. Por siempre me sentiré orgulloso de Ti, porque siempre te comportaste como un padre bueno, abnegado y desprendido; jamás permitiste que nadie mancille nuestros derechos; nunca olvidaré que hasta en los momentos más difíciles de tu enfermedad estabas pendiente de tus hijos. No hay duda que tu amor y tu bondad han hecho florecer y crecer la obra que sembraste, tanto así que a pesar del tiempo y la distancia, siento que mi amor por Ti nunca se extinguirá. Gracias, mil gracias PADRE por haber hecho de tu hijo un ser útil para la sociedad. Mi sentido homenaje en este día para todos los padres del mundo. (O)