OPINIÓN|
Así como la literatura ecuatoriana cuenta con la “Generación Decapitada” que fue una agrupación literaria, formada por cuatro poetas jóvenes en las primeras décadas del siglo XX, los precursores del Modernismo en el Ecuador.
Nosotros desde acá, desde la conciencia social con la ayuda de la abuela de la casa decimos que también contamos con una “Generación Asesina” que calza muy bien a esos jóvenes que pulularon la política ecuatoriana en la “Década perdida” o “Década Robada” y que ahora están frisando por los cuarenta y pico de años, cuyos rostros nos son restregados todo un tiempo cuando de corrupción se habla.
La juventud de la década pasada que estuvo junto al poder no ha dado sus mejores frutos, claro con la excepcionalidad que puede haber, pues nos recuerda la abuela de la casa, que de todo da la mata; pero el signo de ese ejército de hombres y mujeres representantes de la juventud ecuatoriana ha sido el del “dejar hacer y el dejar pasar” ya que se subieron en la camioneta del oportunismo y el “agarra lo que puedas” sin que su presencia en los cinco poderes creados para “gobernar” por el auto exiliado, que hoy por hoy, desde un “ático” en el viejo continente insulta a mansalva, haya dado buenos hijos.
Y es que para muestra un botón. Cuenca en esa época de “revolución ciudadana” tuvo a muchos de sus jóvenes hijos –propios y apegados- junto al poder, pero su huella no ha sido la esperada, pues de ellas y ellos no hay obra alguna que haga ver que estuvieron para servir, porque la política es servicio, más bien cuando la olla se ha destapado asoman esos rostros enjutos de pecado, pero sin remordimiento.
En otrora sacábamos pecho, dice la abuela de la casa, porque nuestros jóvenes estaban haciendo roncha para el bien general de la sociedad. Hoy, nos cae la cara de vergüenza. Y claro la política es para servir a la gente, no es comercio ni industria como nos recuerda el entrañable Mujica. (O)