«El Tour será la primera gran competición después de la pandemia», asegura a Efe el director de la carrera, Christian Prudhomme, un día antes de la fecha marcada para el lanzamiento de la ronda gala antes de que la COVID-19 obligara a su retraso a septiembre.
Pese a todo, Prudhomme está convencido de que «será una carrera importante» porque «los corredores, los equipos y los aficionados lo vivirán de forma extraordinaria» en la situación compleja que vive el mundo.
«Va a ser una edición singular, pero eso no quiere decir que vaya a ser peor«, señala el director del Tour, convencido de que la carrera contará con los aplausos del público en las cunetas y el fervor de los aficionados no faltará al pelotón.
Prudhomme reconoce que en septiembre habrá menos gente que en julio porque se habrán acabado las vacaciones y porque muchos extranjeros no podrán llegar al país, pero «menos gente no quiere decir menos sonrisas».
Tampoco cree que falten estrellas. «Al contrario. Creo que todos han programado sus calendarios para estar a punto en el Tour. Vamos a tener una nómina de corredores fenomenal», asegura Prudhomme, que pone como ejemplo a los corredores colombianos que ya han llegado a Europa para estar listos cuando se lance la ronda gala.
Lo mismo que los equipos, que se aferran al Tour como un clavo ardiendo en una compleja situación económica que solo el escaparate de la carrera más importante del calendario puede contribuir a salvar.
La carrera también será singular porque nunca, desde 1903, se había desarrollado tan tarde y el director reconoce que eso les obligará a adaptarse.
«Va a haber muchos interrogantes deportivos porque no se va a preparar como normalmente. Por ejemplo, en la primera semana puede hacer calor y sabemos que a muchos corredores les gusta correr con calor. Pero en la tercera, en los Alpes, no hará tanto calor y tendrán que adaptarse», señala.
Prudhomme asegura que está en contacto permanente con las autoridades sanitarias francesas, que a principios de agosto les indicarán el nivel de medidas que deberán adoptar.
«Nos han pedido que diseñemos dos escenarios, uno más liberado y otro más restringido, en función de como haya evolucionado entonces la pandemia«, dice.
Pero los organizadores no están inquietos ni siquiera en el caso de que tengan que adoptar la segunda de las vías.
El director recuerda que ya se han visto obligados a filtrar la entrada de público en las salidas y en las metas cuando el nivel de amenaza terrorista ha sido elevado en Francia.
Además, asegura que el Tour ya ha tenido que cerrar parte de sus tramos al público por exigencias deportivas, como sucedió hace unos años cuando se programaron dos subidas al Alpe d’huez en la misma etapa.
«En el peor de los casos, tendremos que hacer cosas que ya hemos hecho y que sabemos hacer», señala Prudhomme.
En las próximas semanas, el director del Tour visitará algunas de las ciudades por las que tenía que transcurrir la carrera en julio y donde no llegará hasta septiembre.
En Niza, junto a la costa mediterránea del país, Prudhomme comprobó que la ciudad está vestida con los colores del Tour y, pese a las restricciones a las que obliga la pandemia, el ambiente era festivo.
Luego llegará la Dauphiné, programada a mediados de agosto y que servirá de ensayo general para un Tour que sueña en grande. EFE