EDITORIAL|
Ir hasta las últimas consecuencias es posiblemente la frase más repetida y la menos cumplida, cuando se descubre una nueva pillería y se ofrece investigar para dar con los responsables. El país se ha cansado de oír luego de que sale a la luz pública uno nuevo escándalo que esta vez las investigaciones no se detendrán caiga quien caiga. Y, la ciudadanía se ha cansado de oír esas palabras, porque se ha convertido en la falsedad más repetida para cubrir la retirada de los peces gordos que son los que se beneficiaron de la interminable lista de negociados de los últimos años. Una breve revisión de quienes, y cuántos están presos, basta para confirmar que no se ha ido hasta las últimas consecuencias.
Salvo excepciones, los verdaderos responsables de los mayores casos de corrupción de los últimos años están todavía libres y en muchos casos nada hace pensar que algún día caigan bajo la justicia y menos aún que devuelvan por lo menos algo de lo robado. La red de corrupción en los hospitales públicos es una obra maestra y no es creación de algunos de los secundones que están presos y serán posiblemente los únicos que paguen las culpas. Es una red tan perfecta y con un juego de tantos millones que nadie que piense con seriedad puede creer que no hubo y hay altas autoridades que se beneficiaron de esos procesos o, por lo menos los permitieron.
Y, como un escándalo hace olvidar del anterior, en los próximos días la gente empezará a olvidar lo que se descubrió con motivo de la pandemia. Como se ha olvidado ya la mayoría de los casos anteriores. Con todo lo escandalosos que han sido los casos de negociados en el campo de la salud, son sin embargo minucias frente a los grandes negociados que se hicieron en los años anteriores con el petróleo, con las hidroeléctricas o con las carreteras. Negociados sobre los que en su momento también se ofreció cirugías mayores e ir hasta las últimas consecuencias.