OPINIÓN|
A Dios rogando y con el mazo dando, nos recuerda la abuela de la casa en estos tiempos de pandemia y porque al parecer acá en nuestro país diminuto en la geografía mundial, no ha pasado nada, si es que vemos a Raymundo y todo el mundo, a lo mucho con una mascarilla, haciendo lo que más le venga en gana, concluye.
Ayer no nomás y sabiendo que el domingo corresponde al toque de queda decretado, que implica permanecer en casa, sin circulación de vehículos, hemos visto a la gente tropezándose en calles, avenidas y parques de la ciudad y el país. Y eso que estamos en semáforo amarillo, además que implica restricciones como la del distanciamiento social. El confinamiento recomendado por la organización mundial de la salud, resulta ser palabras al viento, sonríe la abuela de la casa.
Entonces ahí asoma la sabiduría popular para recordarnos ese adagio popular “A Dios rogando y con el mazo dando”. Y todo ello porque además hemos escuchado por doquier decir “que sea lo que Dios disponga” y “si es que me da que sea la voluntad de Dios”, en buen romance si alguien se contagia quiere decir que el Dios blanco y barbado así lo quiso, es decir la culpa no es mía sino de la Providencia, y en un santiamén se curan frente a la irresponsabilidad y el quemeimportismo, esa actitud de indiferencia y apatía ante los asuntos propios o los sociales.
Cuando deseamos algo, está bien encomendarse a Dios, a la Providencia, pero haciendo a la vez todo lo que esté en nuestra mano por lograr lo que pretendemos, dice la abuela de la casa y nos recuerda que la oración debe estar acompañada de las obras. Asusta y pone los pelos de punta, comenta la abuela de la casa, percibir tanta irresponsabilidad ciudadana como aquellos cuadros de ciudadanas y ciudadanos libando en la calle, para nuestra basta un botón, concluye. (O)