OPINIÓN|
Sí, amigo mío, nosotros somos las personas con capacidades especiales porque soportamos las redes de la mafia; sabemos que las emergencias son usadas para los protervos fines de la política y nos quedamos ciegos, sordos, mudos. Tenemos la certeza de que, cada semana salta un nuevo show, como parte del sistema que provoca nuestra falta de auto estima; resignados vemos cómo se acaba repentinamente todo aquello que nos indujo a quedarnos en casa y escuchamos a los pilatos lavarse las manos, esta vez ellos solos, para procurar que las fiestas de graduación y las vacaciones no se detengan; es decir, somos los seres arrinconados que dejamos hacer ¡He allí, nuestra discapacidad! un pueblo que prefiere distraer su atención y soporta la corrupción como un mal endémico. Mientras tanto, aquellos que gozan de su condición de canallas, pasean en sus autos de lujo (que no podrán comerciar, por cierto) marcados con el sello de Caín. Y se burlan de nosotros, hacen ejercicios como una vedette en hospitales e inculpan a los muertos cuando se caen sus avionetas. ¿Quién no tiene un pariente, un amigo que necesitó urgente su carnet, antes de que este programa reviente, como es costumbre en las prácticas mafiosas? Mientras sigamos estáticos, en nuestras cuevas, ateridos y aterrados, seremos los lázaros que no tendremos quién nos diga “levántate y anda”. (O)
