El drama de los empleados y trabajadores de la Federación Deportiva del Azuay

Bolívar Sinchi

No hay bolsillo que aguante, mucho menos en quienes ganan un sueldo básico y no tienen otra fuente de ingresos. Algunos viven casi de la caridad, del apoyo de los compañeros. Las tiendas ya no les quieren fiar productos para llevar a la olla…

Cada día despiertan sin que alguien les dé respuesta a sus necesidades. Pasan los días y no saben qué hacer para pagar la renta, los servicios básicos… es el drama que viven los empleados y trabajadores de la Federación Deportiva del Azuay.

Son cuatro meses que están impagos y claman por atención. “Estamos haciendo milagros porque las autoridades se han olvidado completamente del deporte”, indica el doctor Luis Cedeño.

Este lunes 13 de julio realizaron una marcha pacífica -con sus respectivas mascarillas– desde el Complejo Bolivariano hasta la Gobernación del Azuay. Luego, totalmente mojados por el aguacero que cayó en la ciudad, llegaron a la Dirección Regional del Trabajo y Servicios Públicos de Cuenca donde su titular, Xavier Bermúdez, se comprometió a ayudarles en encontrar una solución.

“A la fecha se nos adeuda 583.000 dólares desde el mes de abril (…) es penoso que nos encontremos así, somos seres humanos, y no existe un pronunciamiento oficial que aclare esta terrible situación que se ha vuelto una tradición».

«La afectación ha transcurrido de lo económico a lo social, involucrando a cientos de familias que están sufriendo las consecuencias de esta situación”, subraya Eriel Grenier, coordinador técnico.

“No he podido pasar la manutención a mis hijos y a mi madre que está muy enferma en Cuba no le he podido pasar ni un centavo”, dice el entrenador cubano Raúl Var. Todos estos meses ha logrado sobrevivir “pidiendo préstamos, pero igual hay que pagar porque los bancos no te esperan…”.

Pese a sus necesidades todos confirman su compromiso de seguir atendiendo a sus deportistas por diversas vías digitales. Para ellos más que un trabajo es una vocación, pero por sus familias, por sus propias necesidades y una serie de compromisos adquiridos que deben cumplir esperan que las autoridades les den oídos y hagan efectivo las asignaciones pendientes.

REM

REDACCION EL MERCURIO

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