OPINIÓN|
Los mensajes en twitter de Correa han cambiado de formato. Escribe poco, se dedica a mandar saludos a cumpleañeros, comenta los escritos de amigos de la Revolución Ciudadana, pero con frases cortas. Repite de manera insistente, que el juicio por el cual le condenaron en primera instancia a 8 años, el llamado “Sobornos 2012-2016”, es un bochorno. Amenaza a los jueces, y ahora a la mayoría de integrantes del CNE a quienes antes alababa y mostraba su confianza tratándoles de Diana y Estela.
También ha cambiado su tono de voz en las entrevistas. Ahora es mucho más agresivo, y ha perdido la risita burlona, cuando los periodistas que investigan y tienen documentación formal, le increpan por los cientos de irregularidades, obras con sobreprecios, la inmensa deuda contraída; y sobretodo, las relaciones con los corruptos que estaban escondidos desde su gobierno, y ahora han sido descubiertos.
Luego del acto de constitución de la coalición Unión por la Esperanza (Unes) que agrupa a correistas, ex funcionarios de la década perdida y al camaleónico Jimmy Jairala, hoy citado por la Fiscalía como sospechoso de peculado, mostrándose esperanzado por buscar la “unidad” para recuperar la Patria, pidió con una mezcla de audacia y cinismo, alcanzar la tan ansiada “reconciliación”. Y utilizó ese tono de voz lastimero, para conmover a los ingenuos a quienes el populismo ama y somete, a través del discurso defensivo a ultranza, y el insulto procaz contra los adversarios.
Correa, está al acecho. Sabe que el lunes próximo en el restablecimiento de la audiencia de apelación por el juicio del siglo, su suerte podría estar echada, aunque sus abogados, de seguro utilizarán todas las argucias jurídicas, para alargar su agonía política. Pero él mantiene a sus “guerreros digitales”, esa especie de mercenarios de las redes sociales, que generan noticias falsas y ahora dicen estar impagos, porque también los financistas se quedan sin recursos, se cansan, o se van a esconder del verdadero juicio de la historia. (O)