Seis de los creadores contemporáneos japoneses más conocidos, entre ellos Yayoi Kusama y Takahashi Murakami, protagonizan desde hoy una muestra en Tokio que ofrece un recorrido generacional y estilístico por el arte nipón desde 1950.
Organizada por el Museo Mori, la exposición «STARS: Seis artistas contemporáneos desde Japón hacia el mundo» aúna pinturas, esculturas, fotografías, vídeos e instalaciones concebidas entre el período de posguerra hasta 2010, coincidiendo con el auge de Japón como potencia económica y cultural.
Desde las esculturas minimalistas de Lee Ufan hasta las coloridas piezas inspiradas en el anime de Murakami, la muestra confronta las propuestas estéticas de diferentes generaciones de creadores que se debatieron entre la tradición nipona, la modernidad y las influencias extranjeras.
La exhibición estrena nuevas obras de varios de los creadores e incluye otras inéditas en Japón, y es la primera que acoge desde finales del pasado febrero el Museo Mori, un referente en la escena del arte contemporáneo nipón que al igual que otras galerías se vio obligado a cerrar sus puertas por el coronavirus.
«Elegimos seis artistas cuyas carreras escaparon de los confines de Japón en ese período y les valieron el reconocimiento internacional, además de explorar ideas universales sobre la tecnología, la sociedad o la cultura desde su contexto japonés», explicó la directora del Mori, Mami Kataoka, al inaugurar la muestra.
Unas figuras de dibujos animados nipones a tamaño real y con exagerados atributos sexuales reciben al visitante en la primera sala de STARS, dedicada a Murakami, quizás el más cotizado y reconocido internacionalmente de los artistas contemporáneos japoneses, además del más joven de los participantes en la muestra.
Ante las críticas que recibió en sus inicios artísticos en Japón por beber de la subcultura «otaku», este creador nacido en Tokio en 1962 decidió emigrar a EEUU y «centrarse en llegar a audiencias internacionales que entendían el arte sin prejuicios», dijo Murakami en el acto de inauguración.
«Los artistas que participan en esta exposición han tratado de romper barreras mucho antes que yo. Gracias a sus trabajos, el arte nipón es ahora más diverso y más global», afirmó Murakami, quien presentó dos murales gigantes de 20 metros creados especialmente para STARS.
Yayoi Kusama, de 91 años y quien también halló el reconocimiento antes fuera que dentro de su país, se sitúa en el otro extremo generacional de los creadores participantes, y aporta a la muestra piezas que van desde sus experimentos psicodélicos en Nueva York en la década de 1960 hasta la actualidad.
Destacan la instalación de espejos y luces caleidoscópicas «Infinity Mirrored Room», y los lienzos con sus características formas orgánicas de la serie «My Eternal Soul», en los que la artista sigue trabajando en la actualidad desde su estudio cerca del centro psiquiátrico donde reside.
Yoshitomo Nara, por su parte, explora la nostalgia por la infancia perdida en una veintena de pinturas y esculturas y con una casa de juguete gigante, piezas presentes en la muestra y que se han expuesto antes en diferentes galerías de Europa y Estados Unidos.
La obra de Lee Ufan, nacido en Corea bajo ocupación nipona y residente en Japón durante toda su carrera, ofrece un contrapunto sobrio en el marco del movimiento conocido como «mono-ha» o «escuela de las cosas», corriente que rechazaba la modernidad industrial y empleaba materiales en su estado más puro posible.
La muestra se completa con una instalación de luces LED flotantes de Tatsuo Miyajima en homenaje a las víctimas del terremoto y el tsunami que devastaron Japón en 2011, y con varias instantáneas del fotógrafo Hiroshi Sugimoto más su primer cortometraje, concebido para la ocasión y que recrea las cuatro estaciones.
La exposición podrá verse hasta principios de 2021 en la galería tokiota aunque solo se podrá acceder previa reserva a través de internet, una medida destinada a prevenir posibles contagios de COVID-19 al igual que la obligatoriedad de llevar mascarilla y de someterse a un control de temperatura corporal a la entrada. EFE