Barco a la deriva

Francisco Chérrez Tamayo

OPINIÓN|

En un mar entregado por el capo de la mafia, apoyado por la mayoría de deshonestos asambleístas, que se vendieron por inefables prebendas, y avalada por la corte constitucional de ese entonces, en el año 2012 nuestro país renuncio a 188 millas marinas, quedándonos únicamente con estrafalarias 12 millas; en las cuales, y desde hace varios años atrás, hacen su festín  cientos de flotas pesqueras de diversos países, pero sobre todo chinas (para nadie es desconocido que los chinos se apoderan del 30 % de las pesca a nivel mundial); las mismas que se dedican a la pesca de especies marinas en extinción, lo que promueve  la destrucción de la fauna marina y del medio ambiente de nuestras Islas de Galápagos. Realmente es una agresión inmisericorde a un santuario marino, patrimonio natural de la humanidad, donde existen más de 2000 especies endémicas, compuesto por el mayor número de tiburones del mundo, además de ballenas, delfines y toda una gran variedad de animales marinos. La conservación de nuestras Islas está en riesgo; se sabe que, al momento, en lo que va del año 2020 se han recogido más de 3000 (tres mil) kilogramos de desechos, sobre todo plásticos; fácil es colegir la contaminación y la destrucción de ese otrora inmune ecosistema. Lamentablemente no hay autoridad alguna que nos haga respetar como País; ¡me resisto en invocar a nuestros asambleístas para que traten de recuperar las 188 millas entregadas, no vaya a ser que a cambio pidan una milla marina por cada uno!  No hay duda de que al momento el Ecuador es una embarcación que navega en aguas turbulentas, en un mar de zozobra y desesperanza, con olas acechadas por vientos y tempestades, sin que se vislumbre la luz de un faro que nos alumbre llegar a puerto seguro. Si, son ya casi 14 años que navegamos a la deriva, primero comandados por el corrompido timonel de la Revolución Ciudadana, y luego por un imberbe capitán de Alianza País; ambos son ramas del mismo “árbol del mal y la corrupción”. ¡Lamentablemente con estos timoneles no solo que hemos perdido la brújula, sino hasta la dignidad! (O)