OPINIÓN|
No, no vamos a tratar en este comentario sobre aquellos procesos que se efectúan en las temporadas preelectorales y que tienen que ver con ubicar una nueva ciudad o provincia para ejercer el derecho al voto, a pesar de que, entre otros entremeses de no muy buen olor, se sabe que la presidenta del CNE ha designado a un señor de apellido Grijalva como el mandamás de la parte tecnica de los resultados electorales y que esta persona es un militante furioso del correismo. ¿Se repetirán los apagones la noche de las próximas elecciones? Pero bueno, a lo que íbamos, el cambio de residencia, hace referencia a la nueva residencia de Daniel Salcedo, quien ha sido trasladado a la capital de la república, seguramente con el fin de mejorar su funcionamiento cerebral y evitar los ataques de amnesia y delirios.
Para Danielito, acostumbrado a la buena mesa, al buen vino, a los viajes, a los autos de alta gama, a las playas para pelucones, a las jaranas fashion, yo creí que lo iban a alojar en uno de los hoteles de lujo de la capital, pero no, esta vecita tendrá que contentarse con las limitaciones de la cárcel 4 de Quito. A propósito, en otros países, en otras latitudes, habrán estas cárceles, digamos especiales, para delincuentes de alto coturno, o, asimismo, con poderes especiales, ya sea de orden político o económico, y que les permita un trato diferente?, ¿puede solicitar un indígena, responsable de un asesinato, por ejemplo, el que se le recluya en la cárcel 4 de Quito, aduciendo riesgos para su integridad física en otro centro de detención?, ¿habrá ido llevando Danielito sus gafas de marca para lucirlas en uno de los patios de su new house?
Ni el mismo Danielito, ni sus compinches, ni sus mentores, han de saber exactamente el monto de los dineros mal habidos, de ello estoy seguro. Como estoy seguro que se trata de muchísimos dólares, obtenidos ilicitamente a plena luz del día, sin disparar un solo tiro, sin fugas cinematográficas, sin que ningún responsable se haya percatado y gracias a la miserable acción de robar a los hospitales públicos del país. Que estos delitos nauseabundos no se repitan jamás. (O)