OPINIÓN|
_ Cuánto misterio, a raíz de la revelación de una conversación entre dos legisladores, de cuyos nombres no queremos acordarnos, tal como dice el comienzo de “Don Quijote de la Mancha”, diálogo telefónico en el cual se ofrecen nombres de funcionarios y legisladores y se insinúa pagos de cantidades de dinero.
_ Por lo tanto, se trata de un verdadero rompecabezas, posiblemente corrupto, que la señora Fiscal Diana Salazar tiene que resolver, a riesgo de perder su bien ganada admiración en este país, donde ciertos jueces, afortunadamente pocos, ordenan la libertad de sospechosísimos personajes de la política nacional y la burocracia, así como de sus agnados y cognados.
_ Efectivamente, la conversación divulgada tiene más cola que el cometa que hace poco visitó los cielos, no se sabe si por curiosidad galáctica o para anunciar nuevas calamidades, después de tantas que ya nos han sucedido. El diálogo de marras, salpicó incluso a la señora ministra María Paula Romo, quien tuvo que comparecer a declarar sobre el particular.
_ Y los legisladores aludidos un tanto sibilinamente en el famoso diálogo de dos asambleístas, uno hoy preso y el otro fugado para según dice, “defenderse mejor”, han dicho uno tras otro que nada tienen que ver en asuntos de recepción de dineros y enjuagues nada santos.
_ Al paso que vamos, la impactante divulgación de ese diálogo, va camino a convertirse en una mera fantasía, una especie de alucinación colectiva, porque nadie ha recibido ningún dinero, nadie sabe nada de lo que hablaban esos dos muchachos de la legislatura, porque “de pura gana” los han mencionado por sus diminutivos o nombres. Así, la señora Fiscal tiene que vérselas con otro de los tantos escándalos que se vuelven humo, mientras los culpables se hallan en Miami o en cualquier otro lugar del exterior, y si se los detiene, resulta dificilísimo sacarlos de las clínicas donde se recuperan, y hasta tardan en recuperarse porque se autolesionan, infringiéndose con uñas y dientes, mañosas heridas, todo por seguir en la cama de un hospital y no en “cana”.
_ Pero hay que insistir en que esta conversación fabulosa de dos legisladores (prácticamente ex legisladores), no quede en el limbo. (O)