OPINIÓN|
El mundo natural me ha rodeado, me ha encantado, me ha asombrado siempre, mi infancia la pasé entre haciendas de la costa y de la sierra; calor húmedo, grandes extensiones de banano que se perdían a la vista, el rio grande y caudaloso pero manso, la gente alegre y colorida. El viento frio en las tardes, montañas rodeando la casa grande de adobe, el rio correntoso, con bellas y enormes piedras, los árboles de nogal, de aguacate, pequeños arbustos, flores, hierbas creciendo por todas partes, la gente callada del lugar; tengo todavía en mí los aromas y los sabores de esta preciada y feliz época inundado mis sentidos, trayéndome una sensación de bienestar. Luego mi experiencia de crianza y hogar la he vivido en medio de la abundancia de un jardín de hortensias y manzanos, donde he aprendido a observar todos sus estados de ánimo (sus estaciones), sus hojas caer, ¡parecen casi morir y con tanta fuerza mil veces renacer! Así este amor surgido en la niñez ha ido creciendo, despertando en mí ganas de aprender, de saber más y sin mucho buscarlo, maravillosa literatura ha llegado a mis manos, “La Sonrisa de los Árboles” de Elena García Alonso, es un libro que recopila la experiencia de una mujer llena de sabiduría e intuición que trabaja haciendo talleres de sanación a través de poner en contacto a las personas con diferentes tipos de árboles, ella habla de que cada especie de árbol tiene una energía propia que conecta a nuestra esencia, nos equilibra, nos sana: la alegría del Pino, la fortaleza del Roble, el equilibrio del Fresno, en fin. Y sí, este maravilloso mundo vegetal es importante, esencial en la vida de nuestra especie, cada planta tiene una razón de estar y ser y forma parte de un perfecto equilibrio natural. Hace poco leí que si bien la extinción de especies animales es alarmante, la de especies vegetales lo es aún más, no solo por la desastrosa y agresiva deforestación de bosques nativos, sino también por la suplantación de especies nativas propias del lugar, por especies traídas de otros sitios, ¡alterando totalmente sistemas que conviven en total equilibrio! Quizás la invitación aquí es a convivir con respeto y armonía con lo que mi entorno ofrece y me da, sin querer modificarlo o cambiarlo, ¡una enseñanza para todos los aspectos de nuestra vida! (O)