Eduardo Sánchez Sánchez
Jaime Vintimilla Vintimilla, apreciado y dilecto Amigo, al que lo conocimos desde la juventud, participó en un sinnúmero de actividades que lo condujeron a relacionarse con mucha gente, sus dotes y cualidades singulares permitieron que el aprecio y respeto, la admiración y el cariño, crezcan de manera profusa en los círculos a los que accedió durante su vida.
Cuando la tarea de ser “radioaficionado” constituía un gran aporte en muchos campos del quehacer humano, fue Jaime un bastión de apoyo en emergencias y duros momentos que vivió nuestra sociedad, poniendo su cuota con bienes y persona, como sucedió en los accidentes aviatorios que conmovieron a la ciudad de Cuenca y país entero en la década de los 70, en el alud producido en Chunchi, en la dura experiencia del deslave de La Josefina en 1993, hechos en los que demostró su gigante corazón para salvar vidas y respaldar en la dura tarea que significa el apoyo de buena voluntad.
Se distinguió en el deporte “tuerca”, donde hay historias y anécdotas que las compartió con muchos fanáticos del apasionante mundo de los motores.
Se anticipó en el viaje a la eternidad, al mundo del esplendor, al lugar donde prevalece el amor, al sitio de la paz eterna, y con seguridad el Ser Supremo brindará un puesto especial, porque fue un hombre generoso y honesto, un extraordinario amigo, de cualidades únicas vestidas de sencillez y sinceridad. Disfrutó de lo elemental, de la naturaleza, de las flores, de las montañas, de los ocasos con sus poemas de luz, porque amó entrañablemente a su familia, porque nos enseñó a ser humildes y ciertos, porque fue el querido “Negro Vintimilla”. Te extrañaremos, porque hay silencios que duelen y ausencias que marcan. Vuela con la libertad que amaste y alimenta a tu noble espíritu. Adiós Negro querido. (O)