Viviana Bernal Estrada
Y te das cuenta que el mundo está de cabeza cuando no hay autoridad que actúe con determinación y sentido común, cuando los gobernantes hicieron de la corrupción una forma natural de gestión pública y cuando el dolor del otro se volvió ajeno ante la factura que te cobra una enfermedad.
De cabeza estamos y la conciencia ligera que aún la mantenemos algunos se convierte en algo efímero, impotente, necio y por ende mal visto. El precio de la libertad no tiene un valor que lo cuantifique pero sí tiene el valor que podríamos otorgarle cuando reflexionemos que la libertad individual va de la mano con el bienestar común y con la mitigación de un riesgo colectivo.
Mirar el comportamiento de varios que salen desatados a respirar nuevos aires por acción de osadía, evidencia que como sociedad nos falta mucho para alcanzar el nivel de conciencia que nos permita ser seres evolucionados; así mismo ocurre en lo que vemos en el día a día, sistemas que colapsan por la falta de criterio lógico y racional, por la evidente inexperiencia y por tomar decisiones pensando que el escritorio es la magistral mesa técnica o el cristal a través del cual se puede visibilizar una realidad externa y latente. Mal está llamar libre albedrío cuando son muchos quienes hacen de esta facultad un “desmadre conductual”.
¡Por favor! Un poco de respeto por el deber y el compromiso de quienes desde sus espacios trabajan para una mejor ciudad, un mejor país y un mundo más próspero. (O)