Emiratos Árabes Unidos (EAU) se ha convertido hoy en el tercer país árabe en normalizar sus relaciones con Israel, después de los acuerdos de paz firmados por Egipto en 1979 y Jordania en 1994, y el primer Estado del golfo Pérsico en dar este paso que otros no se han atrevido.
Si bien Omán sorprendió a sus vecinos recibiendo al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en octubre de 2018, el sultanato no acabó de oficializar los lazos con Israel, en una región en la que el conflicto palestino sigue siendo una línea roja y un arma política para muchos Gobiernos árabes.
Las monarquías suníes aliadas de Estados Unidos y enfrentadas abiertamente con Irán no han escondido su interés por acercarse a Israel y ha habido algún tímido intento en los pasados años, pero de cara a la opinión pública han mantenido una postura anti-israelí.
Sin embargo, EAU no ha sido un país especialmente combativo: no ha sido el que ha denunciado en voz más alta las acciones israelíes, ni el primero en apoyar al pueblo palestino económica y políticamente.
El paso de hoy no sorprende, aunque llega sin preaviso y sin que se hayan conocido las negociaciones que han culminado con el anuncio por parte del presidente estadounidense, Donald Trump, de este «acuerdo de paz histórico» entre EAU e Israel.
La directora de comunicación estratégica del Ministerio de Exteriores emiratí, Hend al Otaiba, desveló hoy en Twitter que «EAU ha trabajado incansablemente en los pasados meses para este logro diplomático, que traerá estabilidad a la región y apoyará el proceso de paz».
En los últimos años, Abu Dabi ha desarrollado una política exterior más ambiciosa, apartándose de la vía marcada por Arabia Saudí, diversificando sus aliados y ampliando su influencia regional.
Hoy el viceministro de Exteriores emiratí, Anwar Gargash, explicó en un comunicado que el paso dado por su Gobierno se basa en el «planteamiento multilateral de EAU respecto a las cuestiones sensibles de la región» y lo calificó de «iniciativa valiente».
Por su parte, el vicepresidente emiratí, Mohamed bin Rashid al Maktum, celebró el acuerdo con una frase épica en su cuenta de Twitter: «La historia la escriben los hombres, la paz la hacen los valientes».
Si bien el acuerdo de hoy está siendo calificado como de «paz», EAU nunca se enfrentó en combate al Ejército israelí, ni le declaró la guerra como Egipto y Jordania, que después de varias contiendas sellaron sendos tratados de paz con Israel.
Cuando los países árabes combatieron con Israel en la Guerra de los Seis Días de 1967, EAU aún no existía como tal, y en la llamada Guerra de Yom Kipur en 1973, la pequeña federación de emiratos desérticos sólo tenía dos años de vida independiente.
En la actualidad, Emiratos dispone de un pequeño pero moderno Ejército, apoyado por EE.UU., que interviene militarmente en el conflicto de Yemen y supuestamente apoya al mariscal Jalifa Hafter en Libia.
La política más expansionista de Abu Dabi se ha visto reflejada también en la diplomacia y en diciembre de 2018 reabrió su embajada en Damasco, después de siete años de clausura debido al conflicto en Siria, en lo que pareció un acercamiento al presidente sirio, Bachar al Asad, alineado con Irán.
Más recientemente, en medio de la pandemia del coronavirus, el Gobierno emiratí también le tendió la mano a Irán, su archienemigo del Golfo, al que envió ayuda médica cuando era el país de la región más afectado por la COVID-19.
Ahora, Emiratos queda en el vértice de un delicado equilibrio regional extraordinariamente complejo en el que ha empezado a marcar su propia pauta. EFE