OPINIÓN|
Como se advertirá, el título de esta cuartilla es una figura literaria seductora de arte poético que lleva a discernir una realidad o concepto diferentes con lo que lo representado guarda alguna relación de semejanza, es decir, una metáfora que contiene una trama y argumento de una historia novelada, un género elaborado por un lírico que ahora vuelve a incursionar en esta variedad después de un largo interregno.
Efectivamente, “Heredarás la sombra” es una novela histórica, de esas que hacen sentir sus efectos y tienen consecuencias, porque su finalidad sustancial es la pintura fiel de la vida de la sociedad de una época pasada. Se basa en hechos y personajes históricos, sin decir que estos tengan dicho carácter, porque siendo una narración en prosa requiere de la ficción, sin la cual dejaría de serlo para convertirse en historia.
Los críticos, los buenos y no de círculo, lo han calificado al bardo cuencano Alberto Ordoñez Ortiz de estar entre los mejores nacionales, además de sus cualidades de crítico, ensayista y periodista de pensamiento claro y punzante, de una generación que se extingue. También es un novelista de fuste, a que lo conocí leyendo su primera novela “Con la mar al hombro”, un testimonio de los albures de nuestros migrantes.
Antes de ser lanzada la novela ya lo he leído y me hace parangonar con la magna fecha del Primer Grito de la Independencia, porque parece ser El Primer Grito de la Justicia. La obra tiene mucho de testimonial y riqueza literaria, que el lector iniciará y no dejará hasta culminar con el último párrafo: “Y así fue como llegó a haber el día primero de la justicia en el Ecuador. Y vio Dios que era bueno”.
El periodista Pedro Pérez, personaje de la obra, luego de un largo periplo investigativo y luego de escudriñar todo el proceso judicial kafkiano meditará: “Estaba convencido de que la justicia en el Ecuador había nacido por primera vez. Ya no era ´solo para los de poncho´, ahora era también para ´los de cuello blanco´ y manos negras…”
Doce capítulos cortos y concisos, de belleza literaria y de contenido verosímil, cada uno con un tema central que no deslinda el hilo argumental y menos irrespeta las notas fundamentales, los rasgos peculiares de tales hechos y personajes, en la forma que así los acepta y comprueba la historia, sin contradecirlos ni desfigurarlos. (O)