OPINIÓN|
No se trata del hombre Araña, ni de las historias que nos cuenta el cine norteamericano o japonés, tampoco de la mujer maravilla, la chica invisible o el hombre antorcha. Se trata de nuestros médicos, que hacen frente a una pandemia mundial sin más armas que su entrega profesional para salvar vidas y arrancarle a la parca, niños, ancianos y jóvenes, se trata de aquellos que todo el mundo los ha llamado héroes, y que quizá cuando todo esto termine, probablemente levantaremos estatuas de personas en uniforme de frente a un hospital, pero eso será todo, el reconocimiento por haber luchado armados solamente de su nobleza. Nuestros héroes, hoy en el fragor de la batalla están arrinconados, mal pagados, y hasta sin recibir su sueldo para su sustento, sólo les hemos cedido un espacio en nuestro corazón, en donde permanecerán para siempre. Más allá de esto nuestros héroes no son de papel, son de carne y hueso, necesitan sobrevivir y lo menos que puede hacerse, es ponerse al día de los pírricos sueldos que perciben y que se les adeuda. Si la pandemia, es despiadada y cruel, lo es más el abandono económico al que se los ha sometido. Están en primera línea de la Pandemia y lo siguen haciendo, por cada paciente recuperado, hacen símbolos de corazón con sus dedos y con ello nos hemos sentido llenos de emoción y al borde de las lágrimas. En esta lucha han perecido médicos, enfermeras y personal de salud, por lo tanto, deberíamos tener el mínimo sentimiento de gratitud y no dejarlos abandonados a su suerte, mientras la corrupción campea, nuestros médicos se mueren de hambre y mendigan sus sueldos como pordioseros… Ya basta de tanta ignominia, para tan abnegados profesionales que lo han dado todo a cambio de nada. (O)
