OPINIÓN|
El sector productivo y las familias quieren la reactivación, la ven posible conseguir, uniendo los esfuerzos de todos. Cierto es, que esta pandemia ha mantenido sólido a algunos sectores, y a sus cadenas productivas; pero otros, como el transporte de pasajeros, están a la espera y bajo el principio de que la movilidad se lo haga bajo estrictas normas de bioseguridad.
Ambos grupos, los que están bien y aquellos que pueden recuperarse, requieren inyección de recursos para generar la demanda y para restablecer la oferta. Estos recursos pueden proveer los bancos, y un vehículo de la demanda de crédito, es el tipo de interés. Y los agentes esperan, que los tipos bajen, pero ¿cuándo? Esa es la pregunta del millón.
Hemos visto que, los determinantes del crédito y de las tasas de interés se han suavizado. Por un lado, los índices de capacidad de pago promedio en tiempos de pandemia no pueden ser los mismos ni en todos los sectores. Los pronósticos de ingresos, afectados por el virus, tienden a ser menores, en tanto que la carga fija, dado el nivel de tasas de interés actuales, absorbe el estrecho flujo operativo generado por los negocios, entonces, la demanda de crédito futura para la reactivación requiere tipos más bajos que signifique una menor absorción de sus flujos de caja
Si la demanda de crédito disminuye, la necesidad de reactivar la economía debe empujar al sistema financiero a ofertar sus fondos disponibles a menores precios. el margen financiero de los bancos depende, de manera significativamente estadística, de aspectos regulatorios (la carga impositiva) y de aspectos microeconómicos (costo del fondeo, eficiencia operativa y el riesgo), por lo tanto es posible proceder con una reducción de tasas a través de llegar a Acuerdos con el Estado (reducir las imposiciones) y al interior de las instituciones, mejorar su estructura de fondeo, reducción de gastos, eficientizar la atención a través de la banca digital, entre otras. (O)