Espectros davilianos

En la entrega anterior tratamos sobre CANCIÓN A TERESITA, uno de los más bellos poemas de César Dávila Andrade, sin duda. El problema fundamental que nos planteamos fue la identidad de la inspiradora del texto, María Luisa Machado, una prima suya que murió en enero de 1946, de una extraña tuberculosis renal. En el texto, sin embargo, se habla de la más frecuente y conocida, la pulmonar, y se crean una serie de imágenes terribles, conmovedoras sobre el tema, engarzándolo con la enfermedad de Santa Teresita de Jesús. El poema está fechado en 1945, tal vez porque algún borrador lleva ese año, pero como hemos dicho, Machado muere a inicios del 46. Y en el poema hay una alusión muy clara: “Cuando amanece enero, con su frío de nácar/ sé que tu pecho quema su materia estela…”, digamos, nos está hablando de consunción definitiva.

Teresita, será una de las amadas ideales de un Dávila ya no tan joven -tiene 27 años en la época- y las otras “musas” eran, al parecer, menores a  María Luisa, que quizás tenía dos o tres años menos que el poeta, pero ya había hecho una carrera universitaria; ellas son: la campesina de “Carta de la ternura distante”, que andaba con “el temblor de un jilguero entre los mimbres”, y las chicas de “Carta a una muchacha de ojos verdes”, que estaba en “en el éxtasis breve de la hierba naciente” y la de  “los principiantes senos de azucena”, de la célebre “Carta a una colegiala”. Alejado de Cuenca, cuando ya todo era recuerdo, aparece en su vida “la bella distante”, inspiración del más hermoso de sus poemas sentimentales, llamada por su nombre, al menos en un par de ocasiones, en la “Esquela al gorrión doméstico”, donde pide al avecilla, que cuando esté ya muerto, picoteé en su lengua, a que encuentre “las letras de un nombre amado: Laura.” Es  la misma joven del “pelo hecho de espigas y sortijas de malta” de la que le habla a su madre, en la Carta inmortal, y a la que dedica  el poema hermosísimo: “Canción a la bella distante”.

Por platónico que haya sido el sentimiento por ella, el poema es un incomparable canto de amor. La bella distante es perfecta, clara, dulce, y entre sus dotes está su voz “siempreviva”, su andar como los astros en el árbol, y su rezar “en silencio como una margarita”.  (O)

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