OPINIÓN|
La presencia de diecinueve candidatos para las elecciones de febrero ha generado- con razón- una ola de críticas, señalando que se trata de un absurdo. Hay personas que entre los argumentos señalan que en “países civilizados” existen menos aspirantes, entre los que es más fácil escoger.
La realidad no es tan así. En los Estados Unidos de Norteamérica- país con una larga tradición institucional y que tiene una sola Constitución desde su fundación a fines del siglo XVIII- hubo en las últimas elecciones más de mil candidatos a la Casa Blanca. Allá los requisitos para que alguien inscriba su candidatura son mínimos y casi cualquier ciudadano puede participar. Otra cosa es que en la práctica y desde hace muchos años, dominen solamente dos partidos que son los que han ocupado el mandato de esa nación. En una realidad más cercana, Colombia tuvo ocho candidatos en las últimas presidenciales y el Perú, diez- si no me equivoco- para un Presidente y dos vicepresidentes.
Los candidatos inscritos en el Ecuador son diecinueve, pero con seguridad la mitad o más se retirarán en las próximas semanas. Algunos están allí para tener diez minutos de figuración en los noticiarios y otros para negociar luego candidaturas a legisladores. No falta quien busca inmunidad por delitos cometidos.
De manera que no es para asustarse tanto. En realidad, la primera vuelta es una versión de las primarias de otros países. No es lo ideal, pues lo deseable sería que haya tres o cuatro candidatos que representen a las tendencias básicas. Pero a la final, en la segunda vuelta es cuando realmente se decide la suerte del país… a menos que los organismos electorales sean los que realmente elijan, como ha ocurrido frecuentemente y ocurrió en las últimas elecciones presidenciales, cuando un ya histórico “apagón” cambió en minutos los resultados. (O)