«El cine es mi lugar feliz, mi verdadera patria y su compañía es el árbol genealógico de mi corazón. Quienes recibieron este premio antes son mis maestros y mi tribu«, aseguró al recibir el galardón de manos de Cate Blanchett, este año presidenta del jurado.
La actriz dejó claro que este reconocimiento no es ni mucho menos un broche final: «Yo soy la chica punk obsesionada con el cine que hace autostop en las estaciones para tomar un tren y de todos modos estoy todavía empezando«, sostuvo.
Con su habitual tono impasible, aplaudió la decisión de celebrar la Mostra a pesar de la pandemia, que antes provocó la suspensión de otros festivales importantes como el francés de Cannes.
«Me gustaría agradecer a nuestra sublime Venecia, el festival de cine más venerable de la Tierra, por haber alzado la bandera este año, por recordarnos que ciertas cosas no van a ningún lado», dijo.
Y subrayó que mientras el mundo afronta la crisis desatada por el virus, podrá seguir contando con «el vasto, gran y plástico Estado del cine».
«Mientras aprendemos a volver a tener confianza en la evolución y en sus inevitables cambios, y descubrimos y aprendemos a asumir la responsabilidad y a cuidar de todos nuestros tesoros, naturales y culturales, podemos continuar fiándonos» del Séptimo Arte, alegó.
Y entre estos tesoros naturales, cómo no, está Venecia, la ciudad de los canales, única en el mundo, y sobre la que lanzó un mensaje ambientalista contra los enormes cruceros que surcan su laguna para disgusto de científicos y organizaciones vecinales.
«Es un placer haber visto marcharse a todos esos cruceros», defendió en referencia a esos barcos, diezmados por el confinamiento.
«Tenemos lo que necesitamos. La alfombra mágica vuelta tranquila y así seguirá», pronosticó sobre el futuro de la cinematografía.
Como ya hiciera a su llegada al Lido, Swinton terminó recordando al actor Chadwick Boseman, fallecido el pasado viernes, y gritó «Wakanda», la ficticia nación africana que reinaba «Black Panther».
E hizo lo propio con la directora hongkonesa Ann Hui, que recibirá el mismo premio que ella el próximo martes.
La actriz británica ha sido reconocida por sus virtudes interpretativas y por su gran eclecticismo demostrado durante una larga carrera iniciada en 1985 junto a Derek Jarman, con quien trabajaría en hasta siete ocasiones, hasta su muerte en 1994.
Una trayectoria que la llevó a meterse en la piel de variopintos personajes, hasta la bruja blanca de Narnia, y que coronó con un Óscar como mejor actriz de reparto en 2007 por «Michael Clayton».
Hace dos años ya estuvo en la Mostra para presentar la adaptación que Luca Guadagnino hizo del clásico del terror «Suspiria», de Dario Argento, y en esta ocasión tampoco vino con las manos vacías.
Y es que mañana jueves se exhibirá la primera obra en inglés del director español Pedro Almodóvar, el corto «La voz humana», adaptación del monólogo de Jean Cocteau y estrenado fuera de concurso como evento especial.
La ceremonia de premiación de Tilda Swinton transcurrió entre las ya típicas medidas de seguridad contra el virus, como el distanciamiento personal, y por eso el público de la platea se vio reducido a la mitad.
Uno de los momentos más emotivos fue el recuerdo inicial al maestro Ennio Morricone, fallecido el pasado julio a los 91 años de edad.
Su hijo, Andrea Morricone, dirigió un cuarteto de cuerdas para interpretar «Il tema di Deborah», compuesto por su padre para el clásico de Sergio Leone «C’era una volta in America» (1984).
Venecia se ha esforzado por mantener la celebración de su festival, el acontecimiento cultural más importante de su calendario, pero no ha sido en balde, pues ha tenido que pagar el precio de la ausencia de Hollywood por la pandemia.
Pero lo que importa es celebrar el cine y con ello puede contar: «Estamos aquí y lo hemos logrado», resumió Blanchett al inicio de la gala, en un más que aceptable italiano.
Una de las medidas de seguridad más curiosas ha sido la de elevar barreras delante de la alfombra roja para evitar la aglomeración de público y eventuales contagios, algo que lamentablemente empañó esta jornada inicial del festival más antiguo del mundo.
Un certamen que por otro lado, perseverando en su celebración, se ha preocupado en exigir apoyo a un sector, el cinematográfico, duramente vapuleado por estas adversidades comunes al mundo entero. EFE