EDITORIAL|
La decisión adoptada por el Tribunal de Casación en el juicio Sobornos 2012-2016 sienta precedentes importantes y deja lecciones que ojalá sean aprovechadas por quienes hacen mal uso del poder político. Un ex presidente de la República y su ex vicepresidente sentenciados junto con ex altos funcionarios a ocho años de prisión es una condena histórica y sin precedentes en la vida republicana. Sí tiene en cambio similitudes y precedentes con los casos de otros mandatarios de la misma línea política del Socialismo del siglo XXI, como los Kirchner, Lula, Morales, que terminaron en iguales circunstancias luego de haber ejercido el poder en sus países.
Es más duro el caso en cuanto no se trata de una acusación cualquiera. La acusación de la Fiscal General de la Nación y la sentencia dictada por tres instancias, habla de una estructura criminal para delinquir. De acuerdo a los datos del proceso, desde una oficina paralela a la presidencia de la República y con conocimiento y apoyo del primer magistrado se organizó un cobro sistemático de sobornos a numerosos empresarios para entregarles a cambio obras públicas. En nuestro país es conocido por todos que muchos empresarios aplicaron sobreprecios a las obras, con lo cual recuperaron los sobornos que debían pagar. Y esos sobornos- en este caso- financiaban al partido político del mandatario.
Ojalá nunca más en el país vuelva a darse un caso como el que está concluyendo con la sentencia dictada a inicios de esta semana. Ojalá nunca más los políticos que llegan al poder crean que ese poder dura para siempre y que va acompañado de inmunidad permanente. Ojalá nunca vuelva a haber autoridades de control que permitan -por servilismo- que sus jefes hagan lo que les da la gana, como ocurrió en el pasado régimen. Y, ojalá pronto se sancionen los innumerables casos de corrupción que están pendientes.