OPINIÓN|
“El tiempo no pasó: aquí está.
Pasamos nosotros. Solo nosotros somos el pasado. “(José Emilio Pacheco)
El lunes 16 de marzo del presente año, se decretó en Ecuador el confinamiento de la población. El Covid -19 había llegado al país y debimos cuidarnos desde el aislamiento. Se desconocía si el Coronavirus vino desde un laboratorio en China o la forma cómo se había iniciado este virus que, más adelante, reforzaría el contagio, en el mundo entero. ¡Para fines de marzo, fue muy doloroso decir adiós a un amigo! Gripe mal tratada, asfixia, intubamiento, fallecimiento, Covid. La pandemia va ganando tiempo y víctimas. ¡Ahora, no nos alcanzan los dedos de la mano para contar a los muertos, cuya partida lamentamos, de veras!
Han transcurrido seis meses -180 días de aislamiento- y la medicina aún no puede controlar al mal. El contagio está en cada esquina, por ello, la casa es el mejor lugar de permanencia; el contacto personal se ha agotado; se ha impuesto el teletrabajo; el telebanco, el telestudio y el video encuentro como los escenarios apropiados, al momento. Desde el confinamiento, todo se reduce a un computador y a un celular. Se han limitado los encuentros familiares y de amigos. La vida se presenta distante. Tan solo una pantalla nos permite ver a familiares y a amigos.
180 días de restricciones en todos los ámbitos. El tiempo se abre al futuro y nos preguntamos ¿cuántos días, semanas o meses transcurrirán en el distanciamiento? ¡Nadie lo sabe! La única esperanza es la vacuna que, no podrá acelerarse, pues sus estudios requieren de un tiempo prolongado. El mundo ha cambiado, el hombre se siente lejano y distante. Solo la prudencia y el control personal garantizarán el regreso a una renovada vida de estabilidad. (O)