Claudio Malo González
Correa y sus secuaces “patentaron” la frase “prohibido olvidar”. La historia del Ecuador hasta que él asumió el poder, era una secuencia ininterrumpida de infamias y latrocinios; se crearía un nuevo país en la que la justicia, la honestidad y el respeto a los recursos del Estado transformaría este “antro de ladrones” denominado partidocracia en un paraíso. No cabía olvidar el pasado; las vergüenzas y desvergüenzas que imperaron deben permanecer en la cabeza y el corazón para odiarlas y amar a su redentor. No hubo pensamiento en su gobierno sino una reiterada repetición de insultos e incitaciones al odio.
Le salió el tiro por la culata. En mucho menos tiempo de lo que esperaba, la cacocracia de su gobierno salió a flote, consolidándose en una sentencia de ocho años de prisión para el caco mayor y sus seguidores por sobornos. Solidarios con la “filosofía” y el ejemplo de su jefe, a primado en buena parte de los sancionados y otros seguidores; se deleitan con el “fruto de su trabajo” en otros países, olvidándose de la solidaridad y compañía que deben al segundo de a bordo en la cárcel de Latacunga.
No somos perfectos y en muchos países ha habido personas que, luego de ejercer el poder, dejaron como legado a su país y a la humanidad una serie de actos indignos. Lo que es censurable es considerarse modelo de perfección, sólo mirar los defectos y limitaciones de los demás y agredir de diversas maneras a quienes cometen el delito de pensar diferente y el sacrilegio de denunciar actos corruptos.
Ni tenemos ni aspiramos a poder político, lo que importa en la vida es el sentido del límite y actuar aceptando las imperfecciones de nuestra naturaleza en las múltiples actividades de la vida. (O)