OPINIÓN|
La vida de cada persona es tan sagrada que cuando alguien la toca vulnera una de las leyes universales. Pese a todo en algunos países se aprobó la eutanasia como algo legal y hay personas, generalmente con enfermedades terminales, que optaron por ésto inconscientes de a lo que se exponen y quienes los ayudan. Es conocido el caso del Dr. Kovorkian –llamado Doctor Muerte—que ha asistido a decenas de personas a morir.
Decisión soberana da cada uno estemos o no de acuerdo. Pero hay un sujeto, no merece llamársele Sr., que propugna la eliminación de miles de millones de personas que no son como él: Bill Gates. A través de su Fundación Gates, practica la eugenesia (exterminio racial) de manera tan disimulada que no nos damos cuenta. Frente a 7 vasos que ejemplifican a las más de 7 000 000 000 de personas que habitamos la Tierra dice, mientras llena con jugo cada uno, que si no hubiera 2 vasos (2 000 000 000) habría más para él y su grupo. Hitler sería un niño pequeño comparado con este individuo.
Se preguntarán cómo si hace obras benéficas, incluso donó millones de dólares para una vacuna contra el coronavirus. Con cinismo fatuo de un candidato a elecciones ecuatorianas entregó “vacunas” gratis a India y África para supuestamente librar a los niños de la poliomielitis. Al poco tiempo quienes, confiando en la buena fe de esta persona, se vacunaron empezaron a tener impedimento para caminar, sus extremidades flaqueaban y no sostenían el cuerpo. La India entabló demandas contra los auspiciantes de la vacuna y su mentor cuyo único mérito es haber heredado una fortuna tan inmensa como la maldad del papá, otro racista fanático. En las fotos de un video, que a propósito ya desapareció de internet, se lo ve sentado en el suelo arenoso de África, que seguro ayudó a desertificar, comiendo con uno de los niños-victima vacunados. Las pruebas en su contra siguen: un cable internacional informa que el corona virus propiciaron la OMS, China, Laboratorios Glaxo y, por supuesto, Bill Gates. (O)