OPINIÓN|
El desarrollo exponencial del Coronavirus ha trastrocado la vida del ser humano, a lo largo y ancho del mundo entero. Una gran pausa se ha impuesto y ello hace que el trabajo, el estudio, el emprendimiento, la cultura, el encuentro social y toda actividad humana, haya tomado un nuevo giro.
De frente a este insólito panorama, cabe asimilar aquello que se conoce como “resiliencia», entendida desde la dimensión psicológica, como una actitud de aceptación de aquellas circunstancias traumáticas que exigen por tolerancia, por adaptación y por superación de cuánta limitación demanda esta nueva época, en la vida del ser humano.
Nunca como ahora, el hombre o la mujer amanecen en la incertidumbre y siempre, con una pregunta, a flor de piel: ¿qué pasará, hoy? ¿se registrarán nuevos contagios? ¿cuándo llegará la vacuna? ¿continúan los hospitales saturados? En este punto de la situación social y de la salud de la población, la resiliencia nos sale al paso, para facilitarnos el sustento que tanto requerimos en la adversidad. Busquemos un espacio para la reflexión y para permitir que la resiliencia nos asista en este momento de adversidad. (O)