Recientes secuestros extorsivos de ecuatorianos en la zona de la divisoria con Colombia por delincuentes que se hacen pasar por miembros del ELN mantienen en alerta a las fuerzas de seguridad de los dos países cuya frontera común se encuentra cerrada por la pandemia de la COVID-19.
En los últimos dos meses se han producido tres casos, dos en septiembre y uno en agosto, y el modus operandi de los secuestros ha sido muy similar.
Las víctimas suelen ser ciudadanos de la zona interior de Ecuador que, a través de mensajes en redes sociales, son captados por desconocidos que les ofrecen préstamos en efectivo o negocios esporádicos, como la posibilidad de vender productos en suelo colombiano.
Los captores se aprovechan de la desesperación de sus incautas víctimas, en un país donde la informalidad laboral ronda el 60% y la pandemia ha tenido efectos económicos devastadores.
Enganchan a las víctimas
«Estas bandas les enganchan valiéndose de una película fáctica, puede ser un negocio o un intercambio cultural, también pueden emplear a mujeres (de cebo) y los traen a la frontera mediante engaños», explicó a Efe el coronel José Antonio Correa, comandante de la Brigada 23 del Ejército Nacional de Colombia.
Una vez llegan a la zona limítrofe, las víctimas cruzan de un país al otro por trochas o pasos ilegales y son retenidas.
«Hay puntos donde uno puede pasar a pie el río y tras el engaño, al otro lado de la frontera (los secuestradores) proceden a hacer la exigencia y las amenazas», añade el responsable militar.
El Grupo Antiextorsión y Secuestro colombiano (Gaula), en coordinación con la Unidad Antisecuestros y Extorsión ecuatoriana (Unase), y efectivos militares llevaron a cabo un operativo para liberar el pasado día 24 al último ecuatoriano aprehendido.
Se trató de un comerciante de Quito desaparecido cuando cruzó a Colombia para contactarse con las personas que presuntamente le iban a prestar dinero, antes de ser secuestrado.
El retenido fue localizado en una vivienda del casco urbano de la ciudad fronteriza de Ipiales y la operación acabó con la detención de dos sospechosos que le custodiaban.
Según explicó el comandante del Gaula del departamento colombiano de Nariño, Carlos Beltrán, los captores aseguraban ser miembros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y exigían a la familia de la víctima 20.000 dólares bajo amenaza de matarlo.
En iguales circunstancias fue secuestrado durante cuatro días otro ecuatoriano del municipio de Cayambe, en la provincia andina de Pichincha, que viajó hasta la ciudad fronteriza de Tulcán para contactarse con personas que le habían ofrecido un préstamo de 5.000 dólares a través de redes sociales.
El coronel Edgar Maroto, de la Policía de la provincia ecuatoriana de Carchi, mencionó un tercer caso ocurrido el mes pasado, acerca de varias personas procedentes de la ciudad andina de Riobamba, que fueron secuestradas en iguales circunstancias, pero que prefirieron no denunciar el caso.
¿El ELN involucrado?
Pese a que en el último de los secuestros los captores afirmaron ser miembros del ELN, este extremo está bajo investigación.
Con todo, las fuerzas de seguridad siguen la pista de las disidencias de grupos armados organizados residuales y bandas delincuenciales.
«Hemos logrado identificar también algunas acciones de narcotráfico, microtráfico, secuestro o extorsión y ha ido aumentado el tráfico de migrantes en razón del número de personas venezolanas», expresó el coronel Correa.
Ecuador y Colombia comparten una divisoria de 586 kilómetros, porosa, «porque en su mayor parte es selvática» y que desde mediados de marzo se encuentra cerrada debido a la pandemia del coronavirus.
En un esfuerzo conjunto de los dos países se han ubicado 36 pasos ilegales no reconocidos por los que actuarían las mafias de traficantes de drogas, productos, personas y ahora los secuestros.
Con todo, matizó el mando militar colombiano, las estadísticas sobre esta modalidad aún son bajas y descarta que se pueda hablar en la actualidad de una «industria del secuestro», al asegurar que se habrían neutralizado estas acciones delictivas en un 90%.
En la vecina población de La Victoria, en suelo colombiano y a 15 minutos de la parroquia ecuatoriana El Carmelo, sus vecinos aún recuerdan cómo una década atrás las guerrillas campaban a sus anchas, lo que llevó a muchos a huir de la zona.
Algunos efectivos de patrullas militares aseguran que el ELN aún opera en la región fronteriza y que, de tanto en tanto, distribuye panfletos. (EFE)