OPINIÓN|
No sé qué me da más miedo en estas elecciones, si la ristra de candidatos o el mismísimo Consejo Nacional Electoral; el creciente desempleo y las necesidades no satisfechas de miles y miles de familias, el populismo, los discursos mesiánicos de los candidatos o mirar la desfachatez con que se intenta justificar en nombre de “la participación” que un candidato presente otra cédula. Raro, de rareza absoluta. Pero, el miedo puede crecer aún más, ante “la buena noticia” que nos da el señor Moreno sobre el nuevo préstamo del FMI sin decirnos nada sobre las condiciones impuestas por este organismo, o frente a su extrema desmemoria política que olvida del estallido de octubre del año pasado como ha olvidado que fue amigo y compañerito de todos los sentenciados en caso Sobornos. Si ya es ¡de terror! pensar en estos trece años de Alianza País en el Gobierno, es un espanto mirar cómo quienes hasta hace poquito eran “ruptura”, ahora “¡construyen!”. Pero, quizá el mayor miedo o mejor dicho esa sensación entre miedo y risa, en esta trágica cómica realidad ecuatoriana, es la ausencia de sentido común en las agrupaciones políticas y la corrupción enquistada entre nosotros. (O)